Image: La historia vivida

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Ensayo

La historia vivida

Julio Aróstegui

23 septiembre, 2004 02:00

Los atentados del 11-S son un ejemplo de historia en directo

Alianza. Madrid, 2004. 445 páginas, 21’15 euros

¿Está ligada la historia indisolublemente al pasado? ¿Resulta una contradicción la expresión "historia del presente"? Si el periodista ha desplazado al historiador en la crónica divulgativa del pasado, ¿puede este último a su vez rivalizar con el reportero, y de paso con el sociólogo y el analista, en el examen de los acontecimientos que configuran nuestro mundo?

Desde hace decenios tales cuestiones son objeto de debate en aquellas naciones que marcan el norte de la investigación en las ciencias sociales. No está entre ellas nuestro país, deudor en éste como en muchos otros aspectos de lo que llega desde los Pirineos o la vertiente atlántica. En ese caldo de cultivo ya es tradición que destaquen pequeños grupos o personas aisladas cuya labor es tanto más meritoria cuanto que brillan en un panorama dominado por el amiguismo y la rutina.

Hay que saludar por ello la aparición de libros como éste. Con él Julio Aróstegui pretende poner las bases y líneas medulares de esa innovadora propuesta que se presenta como historia del tiempo que vivimos. Partiendo de la insatisfacción de las divisiones académicas, Aróstegui propugna, más que continuar esta última parcela historiográfica, la plasmación de un nuevo concepto del presente, no "como espacio cronológico definitivamente acotado, sino como un tipo o categoría de tiempo sociohistórico".

Esto significa asumir que el presente es el lapso real en el que se hace la historia, aunque luego se la registre siempre en el pasado. Consciente de las vidriosas implicaciones de esa concepción, el autor se embarca en una procelosa travesía por las grandes cuestiones de la metafísica occidental, desde la noción de "tiempo" y sus derivaciones hasta los límites de nuestra experiencia, pasando por la interacción generacional y la memoria individual y colectiva. Hay aquí demasiados temas, y no menores. Pese a la encomiable precisión con que se desbrozan los asuntos más intrincados, no se ve adónde nos conduce esa vía. Una desconfianza que se acentúa al entrar en la segunda mitad del volumen, que quiere ser la puesta en práctica de las anteriores elucubraciones, pero que no termina de casar del todo con los primeros capítulos teóricos. De hecho puede decirse que estamos ante dos libros distintos, una reflexión sobre las posibilidades e implicaciones de historiar nuestro presente y un recorrido por los grandes temas de nuestro tiempo, si se permite la alusión orteguiana.

Con los libros sugerentes, como es el caso, se termina pidiendo mucho más de lo que por diversos motivos pueden dar. El propio autor, consciente de las limitaciones y dificultades de un trabajo pionero en muchos aspectos, recalca el carácter de provisionalidad e incitación al debate que tiene su propuesta. La lectura de estas páginas debe despertar la controversia entre los especialistas o la reflexión en cualquier lector que no tema adentrarse en un terreno poco transitado. Con todas las discrepancias que pueda suscitar, estamos ante el intento más riguroso y sistemático que se ha hecho en el contexto español para poner las bases epistemológicas de una historia global de nuestro presente.