éste es un libro más que notable. Es un estudio enormemente riguroso sobre lo que dice el título, más lo que dice el subtítulo: "Israel entre los siglos VI a.C. y I d.C.", subtítulo que basta para descubrirnos por qué es mucho más que un libro de historia del judaísmo.

Dice cómo era el judaísmo en el momento en que nació y vivió Jesús: tiene que ver con el gran tema de los orígenes del cristianismo. Sacchi es consciente de ello y se sitúa con una advertencia fundamental: se crea o no se crea en la divinidad de Cristo, el historiador tiene que estudiarlo como historiador. Ha de evitar la apologética y decir hasta dónde puede llegar con el método histórico que aplica. Es un libro eminentemente profesional. El autor añade un epílogo para la edición española. El libro original se publicó en 1994 y nos dice qué hay que saber de lo que se ha investigado en los últimos diez años. Sacchi es un hebraísta eminente, y esta obra rezuma erudición y un exhaustivo conocimiento de las fuentes.

Lo que resulta más interesante es la reconstrucción que hace del pensamiento judío tal como llega al siglo I: subraya Sacchi que se daban dos corrientes fundamentales, una que se ha llamado "de la Promesa" y otra que se ha denominado "de la Alianza". Los creyentes en la Promesa no dudaban de que un buen judío tenía que ser justo, pero estaban convencidos de que Dios cumpliría su promesa y no tenían la menor duda de que, al final, se haría realidad el proyecto divino al margen de que los hombres y las mujeres de Israel fueran justos o no (no consideraban la posibilidad del infierno), y los creyentes en la Alianza partían de la base contraria: el futuro escatológico de cada cual dependía de cómo viviera en la vida terrena. Si no hablaron de infierno, está claro que el más allá podía ser muy distinto. Esta diferenciación constituye una afirmación importante. Durante mucho tiempo se ha creído que el infierno fue una invención tardía del cristianismo, ni siquiera de los primeros cristianos ni de Jesús. En este libro la figura de Jesús aparece como un creyente en la teología judía de la Alianza. Creía de tal modo en la posibilidad de un más allá infernal, y quería evitárselo al prójimo de tal forma -explica Sacchi-, que llegó a ofrecer su vida por ello y ésa fue la razón de que fuera crucificado. Fue algo perfectamente coherente con la teología judía de la Alianza tal como se creía en el siglo I.

Todo lo demás que nos cuenta en esta Historia del judaísmo es de tal riqueza que lo más que puedo hacer es agradecer que lo hayan editado en castellano.