Image: María Zambrano: la visión más trasparente

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Ensayo

María Zambrano: la visión más trasparente

J.M. Beneyto y J. A.Glez. Fuentes

21 octubre, 2004 02:00

María Zambrano en la Embajada de España en Santiago de Chile, en 1937

Trotta. 646 páginas. María Zambrano: Los bienaventurados. Siruela. 112 págs., 16 e.

Desde los primeros y tímidos pasos de su recuperación pública a comienzos de los 80, las ediciones de las obras de María Zambrano se han sucedido a buen ritmo y su siempre inclasificable y huidiza figura ha recibido, hasta nuestros mismos días, homenajes muy significativos.

Parece claro, dada su extraordinaria envergadura, que las aportaciones que comentamos hoy representan la culminación de todo este proceso de recuperación e interpretación apropiadora del legado de la discípula de Ortega. En el primer caso estamos ante una completísima antología del pensamiento de la autora, enriquecida con una espléndida cronología y una amplia introducción del antólogo, cuya primera edición, muy mejorada ahora, vio la luz en 1993. Importa subrayar que es el propio pensamiento zambraniano el que, con la secreta lógica de su despliegue, impone el ritmo de la selección y ordenación que lleva a cabo Moreno ofreciendo, a la vez, un canon hermenéutico de la autora prácticamente definitivo. Toma cuerpo así, con la articulación del decir esencial de Zambrano en ocho grandes bloques temáticos, una propuesta cabal de iniciación polifónica en una obra que en su infatigable avanzar cala cada vez más hondo. Que da cuerpo a una experiencia que lo es del límite: de su aniquilación y su apertura en la luz y en la Palabra. Y cuyo orden, en cuanto tal "obra", no viene marcado por un tiempo lineal-progresivo de acumulación creadora, sino por la lógica de esa "espiral del pensamiento" con la que se confunde y cuyos segmentos -o "gajos"- ensambla la propia antología. Una lógica que escoge el artificio formal de la transversalidad como el más propicio para encarnarse en textos que apresan el horizonte del vivir, del pensar y del soñar. El horizonte de la transparencia, que en Zambrano es trascendencia. El centro luminoso, en el sentido de esos "levantes de la aurora" que en y desde el sufismo tanto cautivaron a la pensadora, de esa "lógica del sentir" con la que identificamos el pálpito más profundo de esta aventura cuyo objetivo fue siempre llevar la filosofía occidental "al barro de la tierra".

Con esta guía en la mano el lector podrá orientarse con rara facilidad en el espinoso tema de los parentescos espirituales de María Zambrano. Y en cuanto la diferencia de esa Modernidad de la que no deja de ser una excelente intérprete: su búsqueda abismada, más allá de la Razón, del "cuerpo" y las "entrañas"; su gusto por la errancia poética; su esfuerzo por liberar en nombre de los "tiempos reales de la vida" a la civilización occidental de ese "maleficio del futuro" que le aqueja y devora. Sus múltiples heterodoxias, en suma.

El impresionante volumen compilado por Beneyto y González Fuentes ahonda, a su vez, en algunos de esos parentescos (Valente, Claudio Rodríguez, Lezama Lima, Croce). Y propone aproximaciones críticas a los aspectos centrales del pensamiento zambraniano debidas a especialistas de primer orden, como Pedro Cerezo, J. L. Abellán, J. F. Ortega Muñoz o Miguel Morey, todas ellas del mayor interés. El lector recibe así una aproximación compartida a una de las aportaciones más hondas al pensamiento contemporáneo: la "razón poética", ya para siempre asociada a Zambrano. O lo que es igual, a esa fusión de poesía, filosofía y religión que esta razón representa. Como representa también la otra cara de la realidad visible, a la que Zambrano dedicó lo mejor de sus anhelos. O de su esperanza, capaz de autoafirmarse siempre en el trato diario con lo que una y otra vez se propuso "salvar": "las pasiones y los sentimientos, el alma humana, las zonas marginales de la realidad, las víctimas, las huellas y fragmentos del pasado, los sueños... el más allá de la historia, los dioses y lo sagrado". Como han escrito los compiladores del volumen, "la realidad a la que aspira Zambrano es la realidad total. Una visión abarcante y cordial que otorgue vida a todo aquello en que alienta el ser, aun en las formas y figuras más imperfectas". Difícil imaginar un homenaje mejor a una voz de futuro que, como escribe Rogelio Blanco, "me coliga con el grito de la inmediatez".