Image: Kerry: otra América es posible

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Ensayo

Kerry: otra América es posible

Michael Kranish, Brian C. Mooney y Nina Easton

28 octubre, 2004 02:00

John Kerry. Foto: Spencer Platt

Planeta. Barcelona, 2004. 429 páginas, 16 euros

En vísperas de unas elecciones presidenciales que han despertado, tanto en los Estados Unidos como en el resto del mundo, un interés muy superior al habitual, la personalidad del aspirante demócrata a la Casa Blanca aparece como el gran interrogante.

Unos le consideran un líder con el temple adecuado para asumir los grandes desafíos de este comienzo de milenio, otros le tienen por un político oportunista, dispuesto siempre a cambiar de rumbo en función de los vientos dominantes. En todo caso, representa la gran esperanza de esa otra América que no se siente identificada con la política de George W. Bush.

La biografía que comentamos, escrita por tres periodistas del Boston Globe, se basa en un amplio trabajo de documentación y presenta la gran virtud de ser ponderada, de manera que proporciona al lector un balance de la trayectoria del senador Kerry, sin tratar de condicionarle a favor o en contra del candidato. La traducción es correcta, pero, como lamentablemente suele ser frecuente, presenta ciertos errores, algunos tan pintorescos como el de convertir a un determinado político, conservador en temas fiscales, en un "fiscal conservador", que no es lo mismo (pág. 297).

Los periodistas del Globe su trabajo lo han hecho bien y acerca de los orígenes familiares de Kerry han llegado a saber más que el propio biografiado. Por el lado materno el candidato desciende de dos de las mayores familias de Massachusetts, los Forbes y los Winthrop, pero por el lado paterno representa un vivo ejemplo de la aportación que a la sociedad americana han realizado inmigrantes recientes. Su abuelo, Fritz Kohn, era un hombre inteligente que decidió sustraerse a la discriminación que un judío centroeuropeo sufría hace un siglo y para ello se cambió primero de apellido y luego de religión, para finalmente emigrar a los Estados Unidos, donde el católico Frederick Kerry sería tomado por un irlandés.

Los recursos familiares permitieron al joven Kerry recibir una esmerada educación que culminó en la prestigiosa universidad de Yale, pero la experiencia que más le marcó, como a tantos americanos de su generación, fue la de Vietnam. Durante unos meses mandó una patrullera fluvial, en la que vivió escenas similares a las retratadas en Apocalipsis Now, y de aquellos tiempos guarda una doble herencia, que si por un lado representa un capital político, no siempre resulta fácil de gestionar, la del combatiente condecorado por su valor y la del veterano que se dio a conocer en el movimiento contra la guerra.

Esa dualidad es característica de Kerry, que tiene una marcada tendencia a examinar los problemas desde todos los puntos de vista, algo que resulta intelectualmente muy satisfactorio pero a veces se traduce en tomas de posición sucesivas que pueden parecer contradictorias, y que sus rivales han utilizado para acusarle de incoherencia. Votó, por ejemplo, a favor de la resolución que autorizó al presidente Bush a intervenir en Iraq y luego ha criticado la intervención americana. A quienes le han criticado por ello, ha sabido sin embargo responderles con una buena frase, "Si creéis que yo hubiera ido a Iraq de la misma forma que lo hizo Bush, no me votéis."

En realidad Kerry es un hombre de centro, tanto en política interior como en política exterior. Si sus conciudadanos lo eligen presidente habrá de enfrentarse a una situación mundial harto compleja. Dos destacados políticos, Vladimir Putin y José María Aznar, han afirmado que una derrota de Bush representaría una victoria para el terrorismo. Pero cabe también esperar que una victoria de Kerry represente una derrota para el terrorismo.