Image: Del sujeto y la verdad

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Ensayo

Del sujeto y la verdad

Ramón Rodríguez

27 enero, 2005 01:00

Ramón Rodríguez. Foto: Diego Sinova

Síntesis. Madrid, 2004. 240 páginas, 15’50 euros

En filosofía es importante acotar un ámbito de investigación e intervención. La filosofía puede ejercerse sobre los más variados asuntos. La impronta filosófica se halla mucho más en el modo, o en el cómo, que en la sustancia o cosa.

La filosofía puede tener toda suerte de adjetivos. También puede versar sobre las más contrastadas temáticas. La filosofía es la figura que la propia inteligencia se da. Una exploración filosófica lo es, ante todo, en torno a los más sutiles hilos del laberinto de nuestra mente. En el supuesto de que ésta quiere, pretende, ansía siempre comprender el mundo en que se encarna.
La filosofía, a diferencia de otras formas de ejercer la inteligencia, mantiene con su propia historia una vinculación privilegiada. Lo que para algunos constituye un fastidio es, sin embargo, para el lector inteligente su mejor baza. La referencia a los clásicos, sean griegos o modernos, es garantía de coherencia y sentido. La historia de la filosofía no es extrínseca a ésta. Hoy quizás tampoco lo es en otros ámbitos. Desde Kuhn, por ejemplo, nos hemos acostumbrado a que la ciencia, física, matemática, sea comprendida también en su relato histórico. Y por supuesto esa historicidad es necesaria siempre que se quiera comprender el arte, la música o la literatura.

Ramón Rodríguez se caracteriza, en su investigación filosófica, la que desde hace casi dos décadas lleva realizando, por una doble virtud: ha sabido acotar del mejor modo su ámbito de investigación; y ha sabido abordarlo desde una conciencia histórica y filológica esclarecida. Ese ámbito es, en su caso, el concepto de sujeto. Un concepto que se confunde con la modernidad, o que es la modernidad misma encarnada, materializada, concretada. Y que por lo mismo, en nuestra época postmoderna, se halla en el ojo del tornado que pretende erradicar todos los cultivos conceptuales que se han ido produciendo desde y a partir de Descartes, o de éste hasta sus enterradores, Nietzsche o Heidegger. éstos son, por lo demás, los principales dramatis personae del libro que aquí reseñamos.

Se trata de ir aproximándose a la emergencia y extinción de ese concepto de sujeto, desde una relectura de Descartes, en la que se pregunta sobre la inmediatez de la evidencia que la experiencia de la subjetividad genera (en el célebre cogito me cogitare cartesiano), hasta una interesante lectura de Ser y tiempo en el que se indaga esa misma inmediatez en la experiencia del Dasein. Los pasajes en torno a ese carácter de la Voz de la Conciencia, testimonio fenomenológico de esa experiencia, son muy reveladores. Y esa misma estrategia de búsqueda previa, antecedente a toda apropiación enunciativa o declarativa, esta vez en referencia a la verdad, le lleva al autor a encontrarse con Aristóteles. También el concepto de verdad se halla en suspenso a través de las críticas postmodernas. Corre suerte pareja al de subjetividad.

Pero eso no significa que esta investigación se mueva contra corriente. En filosofía el cuestionamiento no implica liquidación. La filosofía renace en y desde sus propias defunciones. Lo mismo sus principales conceptos. La mejor figura simbólica de la filosofía es siempre el Ave Fénix. Y eso debe decirse también de sus principales conceptos, que mueren para resucitar en otro ámbito, como los que aquí aborda Ramón Rodríguez: el sujeto y la verdad.