Ricardo Piglia: "Volvería a presentarme al Planeta, pero para no ganarlo"
Ricardo Piglia, por Gusi Bejer
Pregunta: ¿En qué sentido es El último lector “el más personal, el más insólito”de los libros que ha escrito? Respuesta: Bueno, es un viaje privado por mi propia biblioteca, un recorrido por la literatura que he leído a lo largo de mi vida. El más insólito, no sé, en todo caso el menos previsible para mí porque fue cambiando y tomando forma a medida que lo escribía. P: Pero tampoco es una historia de la lectura sino del lector, a través de textos literarios... ¿Qué nos enseñan sobre lo que significa leer y escribir novelas? R: Leer es una práctica de larguísima duración. Me interesó mucho la persistencia, la continuidad. El acto de leer se ha mantenido igual a lo largo del tiempo, la postura del cuerpo, cierta atención, cierto aislamiento, el tipo de comprensión, no ha cambiado mayormente. Lo revelador es que las novelas han narrado esa práctica como si fuera algo extraño, incluso misterioso y perturbador, levemente anormal, un poco psicótico. La han narrado como si fuera una adicción (y quizá lo es). P: ¿Cómo son como lectores esos lectores narrados, por ejemplo, don Quijote? R: El Quijote es el primer gran lector que se decide a vivir lo que lee. Todos los lectores tenemos en ese sentido siempre algo de Alonso Quijano. A la vez, la tensión entre lectura y locura, entre lectura y pérdida de la realidad se cristaliza ahí. P: ¿Y Anna Karenina, o Madame Bovary? R: Miran a los hombres a partir de las novelas que leen y desde luego los hombres siempre salen perdiendo... P: ¿Qué significan estas escenas de lectura para la trama de las novelas? R: Tienen siempre funciones muy precisas en las tramas, son a menudo momentos de virajes. He tratado de reconstruir esos nudos de la intriga y ver qué historia se condensaba ahí. Lo más inquietante es que siempre el que lee parece estar en peligro, intenta conjurar una amenaza, un mundo que lo hostiga. P: En el libro descubre a algunos escritores como lectores: la primera vez que leyeron una obra, su relación con un libro. ¿A cuál se siente unido Piglia por vínculos inconfesables? R: Tengo varios recuerdos de la lectura de un primer libro y las escenas y el libro van cambiando a medida que envejezco. Ahora me parece que el primer libro que leí fue In our time de Hemingway. Me puse a leer esos cuentos una tarde, en un cuarto muy iluminado de la casa que había sido de mi abuela, y cuando terminé ya era de noche y yo era otro. Lo leía y ya empezaba a mirar de otra manera el mundo. Tenía 15 ó 16 años, así que leía las historias de Nick Adams como si fueran mi propia vida. P: Si el arte es una forma de contemplar lo ya visto, ¿su libro es otra manera de recuperar a los clásicos? R: Ojalá... Siempre leemos en el fondo los mismos libros, leemos todos los libros como si fueran variantes de cinco o seis libros esenciales. Y esos libros serían los clásicos para cada uno. P: Por cierto, ¿para cuándo su esperadísima novela Blanco nocturno? R: Tengo un primera versión muy avanzada y en un sentido "El último lector" se desprendió de ese borrador. Como si todo el libro hubiera sido dictado por Renzi (el protagonista de la novela). P: Es inevitable hablar de la sentencia que le condena a pagar, con Planeta, 10.000 dólares a un autor desengañado... ¿Volvería a presentarse al Planeta Argentina? R: Trataría de presentarme pero no de ganarlo, así que mandaría alguna de las pésimas novelas que he escrito y que nunca publiqué, para asegurarme así de no correr ningún riesgo. P: ¿Qué importancia da a los premios literarios? R: Ninguna, claro. No hay nada más antagónico a la literatura que la idea de que es posible establecer un orden jerárquico de escritores o de obras y asegurar que A es mejor que B. La atracción -y el rechazo- que suscitan los premios se funda ahí, creo. P: ¿Qué le añadió en su momento y qué le está quitando ahora el Planeta? R: En su momento me dio una notoriedad que no buscaba y ahora me ha vuelto a dar más notoriedad todavía. Algunos escritores creen que la clave es provocar escándalos y aparecer en los medios, sea como sea. No es mi caso ni lo ha sido nunca y quizá por eso me he convertido en el personaje central de este folletín. P: En El Cultural defendimos que si el Planeta hubiese estado dado de antemano es un premio privado y al ser una editorial privada puede hacer lo que quiera... R: Los premios son siempre injustos y arbitrarios, a la larga uno sólo se acuerda de los libros que valen la pena, hayan o no ganado premios. Ahora bien, si el premio estaba dado de antemano, el problema era convencer al jurado. No digo que sea difícil convencerlo, digo que de eso nadie habló. P: 50 intelectuales argentinos han firmado un manifiesto denunciando la “campaña de difamación” que sufre usted desde 1997. ¿Es el precio de ser considerado el escritor argentino actual más importante? R: Le agradezco la generosidad, pero las cosas no son así. Ni soy el más importante ni soy el más perseguido. Por supuesto la solidaridad de los colegas ha sido la mejor compensación que he podido recibir en medio de toda esta historia.