Calendario azteca

Miguel León-Portilla presenta al público la historia de los aztecas-mexicas, mostrando el desarrollo y las características de su cultura hasta el momento de su "encontronazo" con los caxtiltecas (gentes de Castilla).

La misión del libro es doble. Por una parte se subraya que la civilización originaria mesoamericana en la que se inserta la cultura azteca-mexica tuvo características distintas a las del mundo andino, Egipto, Mesopotamia o el valle del Río Amarillo en China. Fuera del ámbito del Viejo Mundo, el caso de Mesoamérica se presenta como el único núcleo que en su aislamiento de milenios desarrolló una civilización con escritura e historia. "La civilización mesoamericana se sitúa por propio derecho como el otro único caso de pueblos que desarrollaron auténticas formas de vida urbana, tuvieron un arte excepcional y conocieron los medios para preservar el testimonio de su pasado de milenios". Por otra parte, se recuerda la importancia que la cultura azteca-mexica ha tenido en la construcción de la identidad nacional del México independiente.

El texto comienza con una descripción del nacimiento de la civilización mesoamericana (cultura olmeca) y se sigue con una narración del esplendor del período clásico de los siglos I-VIII (Teotihuacan, culturas maya, zapoteca, Cholula-Xochicalco) y del posclásico (fundación de Tula, cultura mixteco-zapoteca, mayas de Yucatán). Posteriormente, el libro se centra en la descripción de la aparición de los aztecas-mexicas (siglos XII-XIV), su apogeo, organización imperial, calendario, escritura, religión, arte, literatura y educación. El volumen se cierra con una reflexión sobre el significado de la civilización originaria mesoamericana.

Historiador, lingöista, antropólogo, León-Portilla es un académico mexicano que lleva décadas ahondando en el conocimiento de las culturas indígenas americanas, y defendiéndolas. Este libro presenta un panorama claro y ameno de la civilización mesoamericana. No obstante, hubiera sido deseable que se explicara mejor por qué en la construcción del México independiente la cultura azteca-mexica se convirtió en cantera de símbolos patrios, y por qué mientras a los aztecas-mexicas del pasado se los muestra hoy con orgullo en museos, sus herederos biológicos son "desheredados culturales".