Image: Memorias de un intelectual

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Ensayo

Memorias de un intelectual

Julien Benda

2 junio, 2005 02:00

Julien Benda. Foto: Espasa

Introd. y Trad. de Xavier Pericay. Espasa. Madrid, 2005. 395 páginas, 25 euros

Julien Benda (1867-1956) fue un vehemente polemista y uno de los grandes "raros" del pensamiento europeo de la primera mitad del siglo XX. Afincado en un rígido idealismo moral, echa raíces en Descartes, Leibniz, Espinoza y Kant para anteponer las abstracciones de la razón a cualquier intuición emocional y a todo valor temporal.

El solitario jansenista francés fustiga a la mayoría de pensadores coetáneos por fatuos y nihilistas ("todo lo que no es esencial me hastía") ya que, para él, existe una radical oposición entre la razón y la vida (el sentimiento), y opta claramente por la primera ("el pensamiento puro debe empezar por negar la vida").

De origen judío, formado en el helenismo, las matemáticas ("todo pensamiento es una ecuación") la música y la historia, Benda anhela contener con su idealismo la dispersión que brota con el simbolismo, el bergsonismo y el surrealismo. Imbuido de su ascética misión como "clérigo" racionalista, nada a contracorriente en un mundo intelectual dominado por las sensaciones. Su temperamento hipercrítico lo enfrenta a todos los grandes (excepto Renouvier y Claudel), comenzando por su gran bestia negra, Bergson, sumo sacerdote de los ritos que Benda aborrece: el cambio perpetuo, la realidad "haciéndose" y el instinto como método de conocimiento. Acusa al conjunto de intelectuales coetáneos de "traicionar" a la razón (La trahison des clercs), desde Sorel, Berthelot y Alain a Peguy, Gide ("débil mental, nunca seguro de nada, reptil genio de la perfidia") y Valéry ("arbitrario y trilero del pensamiento").

El filósofo sabe que su discurso, a veces petulante, poco conciliador, cuajado de contradicciones, irrita y resulta "antipático". Pero tampoco él siente afecto alguno por su época ("no me interesa, si no es para despreciarla"). Sin embargo, su provocativo duelo intelectual, en el que saltan como chispas constantes rasgos de ingenio, resulta un gozoso espectáculo para el lector interesado en el debate de las ideas de aquel periodo. Benda, además, partidario del uso de la fuerza para defender la justicia, ha sido de nuevo reivindicado en Estados Unidos por su coraje intelectual ("entre dos convicciones morales opuestas e igual de fuertes sólo puede existir un medio de relación: la guerra").

Por eso son de agradecer los tres libros de sus memorias, agrupados en uno por vez primera en español, porque en ellos expone este "raro" las claves de su pensamiento y sintetiza su descomunal, aunque baldío, debate con el siglo XX.