Ensayo

El siglo XI en primera persona

Abd Allah

15 diciembre, 2005 01:00

Trad. E. Lévi-Provençal y E. García Gómez. Alianza, 2005. 397 páginas, 21’50 euros

"Contar bien una catástrofe es como encontrarse en ella". Comentarios como éste indican que el último rey zirí de Granada, el atribulado Abd Allah (destronado en 1090) era bien consciente de la capacidad que una buena autobiografía apologética tiene de suscitar emoción y simpatía en la posteridad. Bien la necesitaba quien, amén de este importante testimonio historiográfico, no dejó otro recuerdo de su reinado que su derrota a manos de los almorávides. Reunió en su persona todos los defectos y virtudes que caracterizaron a los reyezuelos de taifas: una cierta afición a la intriga, una proverbial indolencia y una lúcida apreciación de que su tiempo se terminaba, ante la pujanza de los reinos cristianos, por el norte, y de los imperios africanos, en el sur. Sazonó estos rasgos con un no correspondido amor por las letras, un mesurado hedonismo y una notoria afición al lujo. Vivió, como sus antepasados, permanentemente dispuesto para la huida.

Quiso la fortuna que este personaje dedicara sus días de exilio a redactar sus memorias, y que estas memorias salieran a la luz durante los trabajos de restauración de la gran Mezquita de Fez, en 1930. Venía este documento a cubrir lagunas importantes en la historiografía de Al ándalus. No se ceba Abd Allah con sus enemigos: prefiere retratarlos por sus hechos. Y se pregunta Emilio García Gómez, en su prólogo, si este prolongado choque de culturas no hubiese merecido un desenlace distinto; si, de haberse mantenido la creciente influencia cristiana sobre las poblaciones musulmanas, no se hubiese llegado a alguna clase de asimilación política de éstas. "¡Vaya usted a saber!", concluye socarronamente el erudito. La probidad de su empeño intelectual, con el que culmina los trabajos de traducción emprendidos en compañía de E. Lévi-Provençal, excluye estas conclusiones precipitadas. Más bien, este cumplido esfuerzo conjunto -al que aporta sus matizaciones Menéndez Pidal- habla de los modales intelectuales de otro tiempo, del escrupuloso respeto a las jerarquías intelectuales y de la añoranza que el último superviviente de esta animosa generación -García Gómez- sentía por los que abandonaron el campo antes que él. Y es que este libro denso, a ratos dramático, da cuenta de más de un mundo perdido. Y alguno, no hace tanto.