Ensayo

De la autobiografía

José María Pozuelo Yvancos

19 enero, 2006 01:00

José María Pozuelo Yvancos. Foto: Archivo

Crítica ,2005. 258 páginas, 19’95 euros

La publicación de La vida secreta de Salvador Dalí fue motivo de enfrentamiento entre el pintor y Luis Buñuel, quien en su obra también autobiográfica Mon dernier soupir pone en boca de su viejo amigo lo siguiente: "He escrito ese libro para hacerme un pedestal a mí mismo. No para hacértelo a ti".

Ya Bajtín había reparado en lo mismo a propósito de la autobiografía de Isócrates a la que consideraba un informe apologético destinado a construir la imagen de su propia identidad. Bernard Shaw afirmaba que todas las creaciones de este género eran falaces; Castilla del Pino, antes de la publicación de Pretérito imperfecto y Casa del olivo, dos de las expresiones más cabales de la llamada "literatura del yo" en nuestras letras, había reflexionado sobre la autobiografía para concluir que se trata de un autoengaño y "para los lectores es, sencilla y llanamente, mentira, o, todo lo más, una media verdad".

Por lo que a nuestras letras se refiere ya no es cierta la escasez de textos autobiográficos que denunciara Guillermo de Torre, y lo mismo se puede afirmar a propósito de la reflexión y la crítica sobre ellos. Pozuelo Yvancos se suma ahora a tan cumplida cohorte con una obra muy bien equilibrada entre la disquisición teórica y el análisis concreto de relevantes autobiografías españolas, inglesas y francesas. Pozuelo Yvancos publicó en 1993 su Poética de la ficción, el mejor aval para abordar la cuestión más disputada acerca de la autobiografía. Porque autores como Paul de Man o Derrida contribuyeron a desequilibrar la balanza a favor de la ficcionalidad de la escritura autobiográfica en contra de su estatuto, aparentemente natural, de veracidad. En los últimos tiempos parecía haber triunfado la primera de ambas posturas, muy próxima a la llamada "deconstrucción", por lo que es de agradecer que Pozuelo Yvancos haya rescatado, matizadamente, la visión contraria, consistente en reconocer la base referencial de la autobiografía. En definitiva, que el yo literaturizado sea una construcción verbal "no empece que la autobiografía sea propuesta y pueda ser leída […] como un discurso con atributos de verdad" (p. 43).

Quien tal tesis sustenta lo hace desde una consideración fundamentalmente pragmática de lo literario, es decir, desde su funcionamiento real en la comunidad establecida entre autor, texto y lector. A este respecto Lejeune puso en circulación un concepto fértil, el del "pacto autobiográfico", y así propone a los textos de esta índole como discurso de verdad que solicita ser leído con tal valor; pero es de notar que Pozuelo Yvancos sabe muy bien hasta qué punto la limitación o manipulación del corpus textual sobre el que un teórico trabaja puede condicionar las conclusiones a las que llegue en su pesquisa. Por eso, amén de continuas referencias a los cultivadores del género instituido por Agustín de Hipona y Rousseau, la segunda parte de su libro está dedicada a estilos de la autobiografía tan diferentes como los de Alberti, el propio Castilla del Pino, Caballero Bonald, Philip Roth o Barthes.