Kokoro
F. Sánchez Dragó
19 enero, 2006 01:00Si en sus anteriores obras Dragó ya nos dejó un legado ético, en Kokoro da un coletazo a las puertas del más allá para arremeter contra la dieta mediterránea y la medicina homeopática. Lleva años cuidándose con carísimas píldoras, es un nervio, y ha pasado por siete matrimonios. Eso daña más que el colesterol. Se las ha apañado Dragó para revelarnos el éxtasis de su contacto con la muerte discutiendo con su ángel, resucitado y redoblado su talante de monje que fue guerrero. Apenas follo ahora, dice. Y es que fue en estas faenas cuando descubrió su insuficiencia cardiaca. No la palmó porque tiene pendiente escribir un par de obras y porque Naoko, su compañera, le dijo que se quedara. Lo mejor del libro, por cierto, es la descripción de la noche que siguió a la decisión de operarse, fundido con su japonesita de ojos de almendra y piel de nieve recién caída.
Al final no sabemos qué le ha hecho más daño, si ser madrugador, trabajador incansable, fumar porros antes de dormir durante años, o perseguir jovencitas. De dionisiaco ha acabado en apolíneo, pero cada vez más políticamente incorrecto. Ahora espera un cacharro de Nueva York con el que jugar a Dios desde el ataúd en el que medita.