Ensayo

La otra orilla de belleza. En torno al pensamiento de Eugenio Trías

Fernando Pérez-Borbujo

23 febrero, 2006 01:00

Eugenio Trías. Foto: Domenech Umbert

Herder. Barcelona 2005. 440 páginas. 28"65 euros

Es triste que la actual política educativa se muestre tan cicatera con la presencia de la filosofía en las aulas, cuando la actividad filosófica desarrollada en España durante las tres últimas décadas se ha esforzado tan meritoriamente por ponerse al día y volver a sentar las bases para el cultivo de una tradición de pensamiento propio, tras el brusco parón impuesto por la guerra civil.

Que hoy día estemos en condiciones de volver la mirada hacia nuestro pasado filosófico más reciente y hallar en él a dignos precursores y eficaces maestros, capaces de orientarnos en el camino del pensar en nuestra lengua, es una decisiva ganancia cultural, que únicamente la ignorancia o la mala fe pueden permitirse el insensato lujo de desperdiciar. Sólo por este motivo, por lo que tiene de indicio de un estado de cosas donde la filosofía española puede volver a alcanzar el lugar que merece mediante la discusión libre y crítica de las propias aportaciones, al margen de banderías y escolásticas, hay que saludar ya un trabajo como el de Fernando Pérez-Borbujo. Al mismo tiempo, hay que decir que se trata de una valiosa y exhaustiva exposición de una de las trayectorias intelectuales más fecundas de la reciente filosofía española.

La obra de Eugenio Trías, en efecto, es un ejemplo destacado de esta firme voluntad de reentablar el diálogo con la gran filosofía clásica del XIX, que ya el mejor pensamiento español del siglo pasado supo mantener. De la generación de pensadores españoles que comenzó a publicar en fecha casi coetánea al advenimiento de la democracia, Trías ha sido, sin duda, el que mayor esfuerzo sistemático ha evidenciado en sus textos. Ha ido gestando así una relevante propuesta filosófica, la "filosofía del límite", que responde con rigor, sin veleidades posmodernas, al reto planteado por la crisis de la modernidad: el de lograr una nueva articulación de razón y vida, de inteligencia y pasión. Esta empresa, que no sólo conecta con el raciovitalismo orteguiano, sino también con la crítica nietzscheana de la metafísica, insiste en la transformación del viejo escenario racionalista debido al reconocimiento de la insoslayable dimensión pasional del ser humano. Somos, constitutivamente, dice Trías, un cruce de eros y logos, y es desde ese lugar fronterizo desde donde nos abrimos al mundo y proyectamos ideas, procurando dar sentido al enigma último de lo real.

Pérez-Borbujo, que de la mano de Trías ya había dedicado su tesis al pensamiento de Schelling, interpreta la filosofía del límite como la culminación de una corriente filosófica alternativa, surgida en el seno del idealismo alemán, que ya no concibe prioritariamente al ser como luminosa razón o espíritu autoconsciente, sino como voluntad y deseo irracional. En la medida en que la voluntad se entiende ahí, ante todo, como voluntad artística, la metafísica se orienta hacia la estética.

Conforme a este planteamiento estructura Pérez-Borbujo los cinco apartados de su libro. En el primero, explica el punto de partida de esta nueva metafísica: el diagnóstico nietzscheano de la muerte de Dios. En el segundo, examina la obra temprana de Trías, donde se ensaya la idea de un sujeto pasional. En el tercero, expone el alzado de la obra ensayística a sistema mediante la concepción de un "nuevo humanismo" y una ética fronteriza. El cuarto ordena la ciudad filosófica a partir de la categoría de símbolo, y el quinto, en fin, revisa las complejidades ontológicas de la idea del ser como límite. Fiel en todo momento a los textos, este minucioso recorrido corrige la equívoca impresión del principio: la filosofía del límite no sólo culmina una metafísica de la voluntad; también repara su unilateralidad: el retorno a Platón modula los excesos vitalistas de Nietzsche y propicia una genuina variante conceptual. Como toda gran filosofía, la de Trías se mide con todo el conjunto de la tradición, no únicamente con una parcela de la misma. Y Pérez-Borbujo acierta a evidenciarlo.