Image: Progresistas. Biografias de reformistas españoles

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Ensayo

Progresistas. Biografias de reformistas españoles

Javier Moreno Luzón (ed.)

16 marzo, 2006 01:00

Manuel Azaña

Taurus. Madrid, 2006. 480 páginas, 21 euros

Cada vez es más frecuente que los historiadores usen la biografía en su mirada al ayer. Como escribiera L. P. Hartley el pasado es un mundo ajeno y, a veces, la mejor manera de entender las cosas diferentes que allí suceden, es la de tomar de la mano a un individuo de esa época.

Como señala Moreno Luzón en la sugerente introducción a Progresistas, la biografía es el territorio de la libertad, en una tensión permanente con los condicionantes de cada época. En cada una de esas experiencias se integran las respuestas a los retos para el espíritu humano en los tres últimos siglos.En primer lugar la dura batalla por afirmar la idea de que todos los hombres son iguales y están capacitados para determinar en qué consiste la felicidad y los medios para conseguirla. ésa es, de forma somera, la caracterización del liberalismo que aquí se aborda a través de personajes como álvaro Flórez Estrada o el conde de Toreno, estudiados por Joaquín Varela en El conde de Toreno (1786-1843). Biografía de un liberal (Marcial Pons, 263 págs.), que une conocimientos jurídicos con sensibilidad de historiador para recuperar la trayectoria de muchos liberales españoles que pasaron de los planteamientos radicales de Cádiz al liberalismo más conservador de mediados del XIX, cuando verdaderamente se estableció el Estado liberal español. Trayectorias muy parecidas a las que recorrió Antonio Alcalá Galiano, cuya vida es objeto de la atención de Raquel Sánchez en un excelente volumen, Alcalá Galiano y el liberalismo español (Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2005, 516 págs.), que es tanto una biografía como una crónica de la consolidación del Estado liberal español.

Como se evidencia en los ensayos reunidos en Progresistas, la tarea del liberalismo no acabó con la proclamación de las constituciones. Hubo que construir un nuevo Estado en el que a veces, como señala María Cruz Romeo para el caso de Joaquín Mª López, fue necesario conseguir el predominio de la sociedad civil en un difícil equilibrio frente a las presiones de los republicanos, o construir un sistema flexible en el que terminase por hacerse normal la aceptación del adversario mediante un liberalismo transigente como el de Sagasta en su larga trayectoria política, aquí estudiada por Carlos Dardé, uno de sus grandes especialistas. Fernando Martínez López aborda, al estudiar a Salmerón, el impacto de la filosofía krausista en la vida política española que, a través de la Institución Libre de Enseñanza, se transformaría en uno de los motores de la "moral de la ciencia". Estaba en juego, a finales del XIX, la renovación del liberalismo español, que tuvo que abrirse hacia posiciones más intervencionistas en la economía y de mayor sentido social. Es lo que representan Canalejas, estudiado por Moreno Luzón, o la política hacendística de Santiago Alba, que estudia M. Martorell, en claro enfrentamiento con los nacionalismos. La apertura a la democracia la representan Melquíades álvarez, estudiado por Suárez Cortina, y, sobre todo, Azaña, al que Santos Juliá estudia en sus años anteriores a la dictadura de Primo de Rivera, en los que ya dejó su idea de un Estado fuerte comprometido en la democratización de la sociedad española.

A comienzos del siglo XX no eran pocos los que, al igual que Ortega, miraban al socialismo y abogaban por un liberalismo socialista. Esa es formulación que hizo Fernando de los Ríos al unir, según Virgilio Zapatero, las tradiciones del socialismo y del institucionismo, claves que ayudan también a entender la personalidad de Juan Negrín, uno de los más denostados personajes de nuestro pasado reciente, que está siendo recuperado por Ricardo Miralles y Enrique Moradiellos quien, en estas páginas, amplía su imagen.

La asignatura pendiente del liberalismo español fue la mujer, ausente del escenario social y político hasta entrado el siglo XX. Rosa Capel nos describe muy bien esa situación a través de Victoria Kent. Una galería de personajes, en suma, que representa lo mejor de esfuerzos que se movieron entre los límites que marcaban el conservadurismo y la revolución social, y trataron de ajustar sus comportamientos a grandes principios como"el progreso, la libertad, la democracia o la justicia".