El desafío del nihilismo
Remedios Ávila
30 marzo, 2006 02:00Ávila ahonda en las enseñanzas de Nietzsche sobre la ambigöedad del nihilismo
Hablar de nihilismo como rasgo dominante de nuestra época no es algo privativo de moralistas escandalizados. Hace tiempo que el término hizo fortuna en el debate histórico-cultural y hoy es lugar común de numerosos análisis de la sociedad contemporánea. Conviene, no obstante, recordar la procedencia filosófica de esta noción, a fin de calibrar mejor su alcance heurístico.
De ahí lo atractivo y provocador de un libro como el de Remedios ávila, en la medida en que, contra una lectura demasiado esquemática de tales diagnósticos, propone a la metafísica como revulsivo contra el nihilismo. En este punto, además, su planteamiento coincide con el de José Luis Pardo, quien en un texto de 1989 se hacía eco de la inusitada vigencia que un asunto aparentemente tan trasnochado como el de la metafísica provocaba en los debates reabiertos por la polémica de la posmodernidad. El apéndice añadido a la reedición de esta obra muestra que la cuestión no ha perdido actualidad, ni frescura la manera en que Pardo introducía en ella al lector poco familiarizado. La reflexión metafísica, no como un meta-lenguaje, sino como un movimiento interno de explicitación de los presupuestos inherentes a nuestros relatos sobre lo real, sigue siendo un insustituible ejercicio de lucidez.
El ensayo de Remedios ávila, por su parte, confirma esta impresión al reformular el viejo problema de la crisis de la metafísica en términos de una genealogía del presente, donde las sucesivas quiebras modernas de la fe y de la razón explican la fisonomía del mundo contemporáneo. La Ilustración, en efecto, conmovió los cimientos de la ecuación socrática "verdad=bondad=felicidad". Defendió la universalidad de la razón y su carácter virtuoso, pero abandonó la creencia en que la fe conduce necesariamente a la felicidad. Ahora bien, cuando a la crisis de la fe en una recompensa ultraterrena le siguió una crisis no menos decisiva de la fe en una recompensa intramundana para la vida virtuosa del hombre racional, el placer, como modo de vida y único justificante de la existencia, fue la reacción mayoritaria a esa crisis de sentido.
Es clara la secuencia de este recorrido sociohistórico, de Weber a Daniel Bell, un Jacobi venido a menos de nuestros días, que preconiza la vuelta al orden puritano del deber como única alternativa al individualismo y hedonismo exacerbados de la sociedad del consumo. ávila no se contenta con esta solución y busca ahondar en las enseñanzas de Nietzsche sobre la ambigöedad del fenómeno del nihilismo, para extraer de ellas un principio de solidaridad que no suponga el retorno reaccionario a vínculos premodernos.
Tarea ardua sin duda, pero urgente en una época necesitada de construir nuevos lazos entre quienes ya no se sienten ligados a ninguna identidad fuerte. La autora apuesta por una piedad hecha de humor y asunción de la finitud humana. El riesgo de una mera apelación al sentimiento se corrige con la atención hermenéutica a los procesos históricos de constitución de vida en común, en especial a la herencia ilustrada, y permite a este ensayo navegar con eficacia entre los escollos de la imposible transcendencia y la insufrible banalidad.