España, proyecto inacabado
Antonio Miguel Bernal
13 abril, 2006 02:00Cortés ofrece un banquete a los Emisarios de Moctezuma
Antonio Miguel Bernal es uno de los más ilustres representantes de la actual generación de historiadores, especialistas en reconstruir las relaciones económicas y sociales entre España y el Nuevo Mundo. A esta cuestión ya dedicó, hace unos años, un magnífico volumen, La financiación de la carrera de Indias (1492-1824) (Madrid, 1992), primera pieza de una proyectada trilogía de la que ahora nos ofrece su segunda manifestación, España, proyecto inacabado.
No trata el autor de plantear, en este estudio, un análisis cuantitativo, aunque se hacen algunas precisas e inevitables referencias a la dimensión económica de las riquezas encontradas y traídas de América, al nacimiento de nuevos mercados de alcance transoceánico, y también a los problemas suscitados por la construcción del Imperio, financiado -como lo estuvo la hegemónica Monarquía de los Austrias en Europa-, aunque sólo fuera en parte, por aquellos riquísimos veneros de oro y plata.
La segunda cuestión fundamental que aborda Antonio Miguel Bernal, y que aparece en el título del libro, enlaza con una preocupación específica de nuestros días: ¿cómo se hace el Estado, cómo se organiza España? Y la hace depender de esta otra: ¿cómo organizó España a América? Se refiere, en concreto, el autor a la ingeniería política del Estado contemporáneo y a la participación que los herederos de las antiguas Coronas -de Castilla, Aragón y Navarra- reclaman en dicha tarea colectiva. Hace algun tiempo, el profesor Fontana estableció una relación directa y casual entre la pérdida de las colonias americanas y el surgimiento del liberalismo en España. Venía a decir que la Monarquía Absoluta no podía sobrevivir en España sin la permanencia del vínculo americano. Ello era así por varias razones, como la económica, puesto que una porción nada desdeñable de los ingresos ordinarios de la Corona, a finales del siglo XVIII, -en opinión de algunos, superior al veinte por ciento-provenían de Ultramar. Pero también se refería el profesor Fontana a la inviabilidad, a largo plazo, de un mundo ideológico desprovisto de correspondencia material: una Monarquía nacida de sus dominios en Europa -ya perdidos- y más tarde convertida en Imperio, cuyos componentes finalmente se habían independizado. La revolución liberal española no era sino la versión europea de los criollos que se emancipaban en el Nuevo Mundo. Antonio Miguel Bernal da un paso más allá y enlaza algunos de los problemas actuales e internos de España con la forma, a su entender errónea, de organizar la dependencia de los pueblos y de las tierras americanas respecto de la Monarquía española. Sobre todo, una herida mal cerrada habría sido la del protagonismo exclusivo que Castilla impuso a la empresa americana, no sólo al Descubrimiento y a la colonización, sino a la posterior administración y explotación de los Virreinatos, al menos hasta el siglo XVIII.
Sin duda, dicha cuestión revestirá de polémica a este libro de Antonio Miguel Bernal. Sea entendido ello como virtud y nunca como defecto. Aun los disconformes podrán encontrarse, al hojear sus páginas con una espléndida puesta al día de los conocimientos más vivos e interesantes que se han escrito, dentro y fuera de España, sobre la historia económica y política de la colonización hispánica en América.