Ensayo

Kurdistán: viajes al país prohibido

Manuel Martorell

13 abril, 2006 02:00

Akal. Madrid. 288 páginas, 13’50 euros

Manuel Martorell no ha escrito un libro de viajes al uso, de esos que se redactan, con mejores o peores fuentes, en un mes o en un año. Ha escrito la obra de una vida.

En sus propias palabras, Kurdistán, viaje al país prohibido es una síntesis de "veinte años viajando, escribiendo y divulgando allá donde he podido y de la forma en que me ha sido posible el drama del mayor pueblo sin Estado del planeta".

Su interés por los kurdos nace de un trabajo de fin de carrera, en 1980, sobre "el carácter expansionista de la Revolución Islámica de Irán". Al descubrir que el Kurdistán cubre un territorio tan grande como la Península Ibérica de cinco países (Turquía, Irán, Siria, Iraq y Armenia), habitado por al menos 30 millones, y que "toda la comunidad internacional, comenzando por las grandes potencias, estaba confabulada para mantenerlo dividido y bajo una fuerte opresión con el fin de conservar la estabilidad de Oriente Medio y preservar sus intereses económicos", decide investigarlo a fondo.

Tras veinte viajes, centenares de crónicas, reportajes y entrevistas (Martorell ha sido cofundador, redactor jefe y jefe de nacional y de internacional de El Mundo), otro libro (Los kurdos, historia de una resistencia) y, como coautor, dos más sobre los kurdos, está convencido de que el problema kurdo hunde sus raíces en los cimientos de los principales regímenes de Oriente Medio y de que la única solución pasa por "cambiar los fundamentos políticos de sistemas tan rígidos como los de Turquía, Irán, Siria e Iraq", algo que sólo es posible desde un profundo respeto hacia las minorías, lo que, a su vez, exige un alto grado de democratización de estos países: la región con más valor estratégico y económico del mundo.

Sus viajes comienzan en el este de Turquía en 1988 y, seguramente, continuarán mientras viva. Tras un primer capítulo de presentación, dedica tres a Turquía, donde malviven dos tercios de los kurdos del mundo, uno a Irán, otro a Iraq y el penúltimo a Siria. Concluye con un ensayo, "El nacimiento de una nación", sobre los efectos del 11-S y, sobre todo, de la invasión estadounidense de Irak desde 2003.

La visión de los kurdos sobre la invasión está a años luz de la visión dominante en los medios de comunicación españoles. En palabras del presidente iraquí en funciones, Jalal Talabani, a quien el autor entrevistó en Dokán en uno de sus últimos viajes, "nuestro pueblo estaba bajo la amenaza del genocidio, el Kurdistán estaba a punto de desaparecer, la dictadura de Sadam era la peor de las dictaduras, porque era la dictadura de las fosas comunes, de la limpieza étnica y del genocidio. Bajo estas circunstancias cualquier ayuda era una ayuda humanitaria". En otras palabras, con la invasión los EE.UU. liberaron a los kurdos de la peor de las dictaduras.
Estamos ante un libro escrito con el corazón, con la cabeza y con los pies. Martorell ha llegado a cada pueblo y aldea del Kurdistán. Entre pueblo y pueblo, va goteando hasta calarnos el alma la historia real y oficial, las leyendas y los mitos, la cultura y la arqueología, lo mejor y lo peor de un pueblo cuyo único pecado, como reconoce Weria, el primer militante kurdo al que conoció Martorell en 1985, ha sido vivir sobre un territorio de gran valor estratégico.