Ensayo

Freakonomics

Steven D. Levitt y Stephen J. Dubner

20 abril, 2006 02:00

S. Dubner (izda.) y S. Levitt

Traducción de Andrea Montero. Ediciones B, 2006. 251 páginas

Asistimos a un cambio en la manera de escribir libros de ensayo. Tiene mucho que ver con las nuevas generaciones y como éstas analizan la realidad social. El estilo académico clásico tiene fuerza todavía, pero del mismo modo que los libros de bolsillo editados en Estados Unidos han tenido que aumentar el tamaño de su letra, las obras de no ficción han roto las viejas formas. Freakonomics es un buen ejemplo de este cambio.

Los autores reúnen en seis capítulos otras tantas situaciones tomadas de la vida real, les dan la vuelta, las diseccionan cortando sus pedazos de un modo distinto y sacan conclusiones llenas de novedad. A Steven D. Levitt y a Stephen J. Dubner no les ha importado que, como ellos mismos escriben, "este libro efectivamente no posee tema unificador alguno" salvo, añadamos nosotros, que los problemas que abordan los autores preocupan y mucho al común de los mortales.

Este sorprendente "best-seller" internacional tiene la pieza más chocante en su estudio sobre la evolución de la violencia en los EE.UU. a lo largo de las dos últimas décadas. Para Levitt y Dubner la disminución de la alta tasa de actos criminales que padecía Norteamérica no se debe a la reutilización de la pena de muerte ni a las nuevas técnicas de control policial que se pusieron en marcha. Tampoco tuvo mucho que ver el control de pistolas y otras armas de fuego. Ni siquiera el hecho de que la edad de la población estadounidense -no solo la europea- esté envejeciendo a marchas forzadas. Lo realmente importante en opinión de los autores ha sido, por un lado, meter en la cárcel a los delincuentes y, por otro, autorizar el aborto. El aborto legal, afirman los autores, reduce las tasas de criminalidad porque disminuye los nacimientos no deseados. Aunque la tesis de Levitt y Dubner es tan cortante como lo que aquí se lee, el grueso de su argumentación viene del trabajo académico de Levitt y fue uno de los motivos por los que recibió recientemente el premio John Bates Clark al mejor economista menor de cuarenta años.

¿Por qué los traficantes de drogas viven con sus madres? Es la cuestión sobre la que Steven Levitt y Stephen Dubner llevan a cabo un interesante trabajo de análisis de las bandas dedicadas al tráfico de cocaína y crack. El lector asiste en primera fila al desglose de lo que es una organización de traficantes caracterizada por su forma piramidal. Mientras el vértice está ocupado por un reducido "consejo de administración", la base está conformada por una pequeña muchedumbre de chicos mal pagados que viven y trabajan para la banda con la esperanza de llegar algún día a ser como los jefes.

Los maestros de escuela de Chicago, comparados con los luchadores japoneses de sumo y con los agentes de la propiedad inmobiliaria, articulan uno de los capítulos más brillantes. Aquí la perspectiva es la de los profesores ante el sistema de control del aprendizaje escolar, impuesto por las autoridades académicas de Chicago. Los autores examinan cómo los profesores hacen trampas para que sus alumnos obtengan mejores notas en los exámenes de control y de este modo ellos mejoren sus perspectivas laborales.

Freakonomics aborda de un modo oblicuo la discriminación racial en Estados Unidos. Plantea las razones que dan lugar al hecho de que los estudiantes blancos y negros obtengan calificaciones bien distintas en los tests de control de calidad educativa. La posición de Levitt y Dubner señala que la diferencia no radica en que los tests estén sesgados por criterios raciales, sino en que los escolares negros están concentrados en colegios malos, en colegios sin atmósfera de estudio. El último capítulo se refiere a los motivos y efectos que sobre los niños tienen los nombres que sus padres les ponen al nacer. Los autores subrayan que cada vez más se inscribe a los recién nacidos de afroamericanos con nombres que nunca serían elegidos por padres blancos. Algo que hasta los 70 no sucedía, los nombres de los niños eran compartidos por blancos y negros. En opinión de los autores, este hecho de apariencia tan trivial dificulta la integración racial y social.

Fácil de leer y escrito con concisión, se echa de menos un mayor recorrido en la argumentación de alguna de sus arriesgadas posiciones.