Ensayo

Vaya país

VV.AA.

20 abril, 2006 02:00

Aguilar, Madrid, 2006. 203 páginas

Werner Herzog, el periodis-ta suizo, no el cineasta, ha coordinado esta colección de artículos de corresponsales de prensa extranjera en España para ilustrar cómo nos ven. El resultado es una amena y provechosa lectura, con la que no sólo nos ponemos un espejo delante: también aprendemos de nuestros observadores y de su cultura.

España es un montón de tópicos, empezando por el de que "is different", y veremos confirmar en varios de estos textos que somos maleducados, gritones, sucios y simpáticos. Cinco alemanes, un suizo, dos británicos, dos francesas, dos holandeses, una estadounidense, un finlandés, una italiana, una japonesa, una mexicana y un portugués, o sea diecieciocho pares de ojos, nos cuentan cómo han venido a parar aquí y qué tal lo llevan. Varios de ellos insisten en la lamentable imagen que damos los españoles en las tertulias de radio y tv, como la japonesa Masako Ishibashi, para quien el español quiere ser escuchado pero no sabe conversar. Comenta la japonesa que le cuesta ver al pueblo español como homogéneo. En este aspecto redundan los comentarios del holandés Gerrit Jan Hoek, o la catalana-alemana Barbara Schwarzwälder, cuando confiesan su incomprensión de nuestros nacionalismos. "¿Cómo van a entenderse en los temas serios -se pregunta- si no son capaces de comunicarse en el mismo idioma?". Nuestra falta de sentido común es una apreciación generalizada. No pocos nos juzgan severamente. Somos orgullosos, como demuestra nuestro lema "En España, como en ninguna parte". Henk Boom es uno de los más críticos en su denuncia de nuestra aversión a la información profunda. Werner Herzog comenta nuestro complejo de superioridad y egocentrismo, y las pistas que nuestra gramática da sobre el mismo. Se ha colado el portugués Ribeiro, que no habla de cómo nos ve, sino de cómo España no ve a Portugal. Patricia Alvarado arremete contra nuestro deporte nacional, el cotilleo, y alaba nuestro repertorio de piropos. Carlta Vitzthum se muestra preocupada porque dormimos poco. Jirki Palo entra a matar contra la burocracia, y la tesis de Cécile Thibaud y su relato de parque infantil, demuestra que la capa social en la que vive es una burbuja de pijos, mientras Michela Coricelli se desahoga ante nuestro mal gusto por las corbatas. Martine Silber nos da un tirón de orejas por nuestra incapacidad de reaccionar. El texto de Paul Igendaay es el más deprimente y ácido, al restregarnos que el repuesto que España ha ofrecido a la cultura universal, tras Picasso, es Julio Iglesias.