Ensayo

Las políticas de Dios

Gilles Kepel (Dir.)

27 abril, 2006 02:00

Gilles Kepel. Foto: CJNews

Traducción de Manuel Serrat Crespo. Belacqva. Madrid. 2006. 316 páginas, 20 euros

Gilles Kepel, un especialista en islamismo de renombre internacional, viene insistiendo desde hace tiempo en que el resurgir de los movimientos políticos de inspiración religiosa es un fenómeno universal. En la obra colectiva que ha dirigido se analizan casos surgidos en los ámbitos musulmán, cristiano, hinduista y judío.

A mediados del siglo XX podía creerse que la influencia política de las religiones estaba llamada a desaparecer. Las democracias liberales situaban a las creencias religiosas en el ámbito de lo privado, los estados marxistas contaban con su gradual extinción, e incluso en los países árabes se estaba produciendo una limitada secularización de la mano de regímenes nacionalistas. La "revancha de Dios", evocada en otro libro de Kepel, tuvo su primera manifestación resonante con la revolución iraní de 1979. Y ese mismo año realizó Juan Pablo II el primer viaje de su pontificado a su Polonia natal, reforzando así un movimiento que jugaría un papel importante en el hundimiento del comunismo. Ya fuera para promover la democracia, en el caso de Juan Pablo II, o para imponer la teocracia, en el caso de Jomeini, la religión volvía a incidir de lleno en el devenir político.

De ahí el interés de Las políticas de Dios, una obra cuya primera versión se publicó en 1993 y que reúne una decena de ensayos, de interés desigual, pero que en conjunto ofrecen una amplia panorámica del fenómeno en distintos países. Tres de lo ensayos me parecen particularmente destacables: el de Ignace Leverrier -pseudónimo de un experto francés- sobre el Frente Islámico de Salvación argelino; el de Christophe Jaffelot sobre la interacción de nacionalismo y religiosidad en el Partido del Pueblo Indio; y el de Alain Dieckhoff sobre las derivaciones de la tradición mesiánica judía.

El Frente Islámico de Salvación -cuya prohibición en 1992, tras haber ganado la primera vuelta de unas elecciones generales, dio origen al feroz terrorismo del Grupo Islámico Armado- representa un modelo clásico de movimiento islamista. Su origen no está en la tradición del Islam argelino, debilitada por el colonialismo francés y por el régimen del Frente de Liberación Nacional, sino en influencias exteriores, en parte fomentadas por el propio FLN, que tras la independencia encomendó a profesores venidos del Oriente Medio la arabización de la enseñanza, impartida en francés en el período colonial. Fueron, sin embargo, el fracaso del proyecto del FLN y la consiguiente desesperación de la juventud argelina, los que dieron su gran oportunidad a los islamistas, cuya creciente influencia se manifestó en la "islamización" de las costumbres, a expensas de los derechos de la mujer. Cuando en 1989 se estableció el pluripartidismo, el FIS se convirtió en la principal fuerza política, cuyo acceso al poder sólo fue evitado por la intervención de la cúpula militar, que temía sufrir un destino similar al de sus homólogos iraníes.

El Partido del Pueblo Indio (Bharatiya Janata Party) se convirtió en una gran fuerza electoral también en 1989, justo en el apogeo de una campaña de masas para la reconstrucción del templo de Ram en Ayodha, destruido siglos atrás para levantar una mezquita. Esa campaña fue promovida por una organización vinculada al BJP, la Organización Hindú Universal, que agrupa a representantes de las distintas sectas hinduistas. Pero el multiforme movimiento del que el BJP constituye la rama política no es fundamentalmente religioso, sino nacionalista. Su propósito es reforzar la identidad nacional hindú mediante el recurso a la tradición religiosa, en contraposición al laicismo del Partido del Congreso, artífice de la independencia, y como reacción al auge de las comunidades religiosas minoritarias, sobre todo la musulmana.

La historia de las mutaciones del mesianismo judío en los dos últimos siglos resulta por su parte sorprendente, debido a la variedad de direcciones que ha tomado. Algunos judíos que abandonaron en el siglo XIX la fe de sus mayores traspasaron ese mesianismo hacia la fe laica en la revolución mundial, en sus versiones marxista y anarquista. Otros lo traspasaron hacia un proyecto nacionalista de hondas raíces religiosas, el sionismo. Y finalmente, tras la guerra árabe-israelí de 1967, ha surgido un sionismo religioso que ve en el Gran Israel la realización de un designio divino.