Image: La Constitución traicionada

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Ensayo

La Constitución traicionada

Aleix Vidal-Quadras

4 mayo, 2006 02:00

Foto: Santi Cogolludo

Libros libres. 251 pp., 16 e. Arcadi Espada: Informe sobre la decadencia de Cataluña. Espasa. 238 pp. 11’90 e.

Ambos son catalanes, ambos reflejan en sus trabajos la decepción que les ha deparado el catalanismo, ambos recogen, por lo que parece hasta ahora, el minoritario sentir de corrientes políticas y sociales más o menos subterráneas que poco a poco están aflorando en Cataluña frente al nacionalismo obligatorio, tanto de derecha como de izquierda. Es este eje de coordenadas políticas el que les separa, aunque, por lo que se deduce de la lectura de sus obras, no demasiado, no tanto por carecer de diferencias ideológicas acusadas como porque les acerca la censura corrosiva a la hegemonía del nacionalismo de carácter etnolingöístico que señorea la vida publica y social catalana.

Aleix Vidal-Quadras, uno de los políticos españoles con mayor bagaje intelectual, y Arcadi Espada, periodista de gran influencia mediática, particularmente a través de internet, acaban de publicar sendos libros sobre la realidad política española y catalana con un agudo sentido crítico, reflejo y consecuencia de un cambio político e institucional de notable calado.

Vidal-Quadras encarna aquí la postura de la derecha liberal española que encuentra su marco de referencia en la Constitución, concebida en su libro como plasmación de un nacionalismo cívico, racional, defensor de la cohesión nacional solidaria, respetuoso con la pluralidad de los pueblos que componen España y cauce de convivencia que, por la fuerza de la heterogeneidad cultural, constituye un mecanismo atenuador de los conflictos.

Para el europarlamentario popular hay dos elementos capitales en los que echa sus raíces lo que considera la "antesala inmediata de cambios dramáticos en nuestro sistema institucional y jurídico" alumbrado en la Transición, la forma en la que se abordó el problema de la distribución territorial del poder, dejando abierta la grieta constitucional por la que se puede vaciar de atribuciones al Estado central, y la reserva de los nacionalismos a aceptar el gran pacto de convivencia de 1978. Mientras las demás organizaciones tuvieron que rebajar para siempre sus pretensiones históricas en cuanto a la forma de gobierno, las relaciones con la Iglesia, el papel del Ejército, la resolución de los problemas sociales, Vidal-Quadras insiste en que los nacionalistas nunca han renunciado a su programa máximo, la secesión, con lo que han ido minando los cimientos del entendimiento constitucional con la pretensión de construir realidades nacionales uniformes en sus territorios. Otra de las aportaciones importantes de la obra es la reflexión sobre la perspectiva de crear una ciudadanía europea postnacional, asunto que, según el autor, que ha trabajado a fondo sobre ello, todavía se encuentra en una fase inicial de gestación. En el fondo, para el político popular, en toda identidad comunitaria siempre existe una tensión entre el polo emocional, aquel capaz de suscitar atractivo, y el racional, el menos sugestivo, que articula la pluralidad y canaliza los roces.

En el libro de Arcadi Espada se refleja el desencuentro definitivo de un sector significativo de intelectuales afines a la izquierda catalana, que aparece definitivamente consagrada al nacionalismo. Las esperanzas despertadas por el gobierno de Maragall se han derrumbado con la propuesta de reforma del Estatuto de Cataluña, que, según el periodista, ha puesto de manifiesto que el tripartito no ha superado el discurso anacrónico y retrógrado del nacionalismo pujolista. Su demoledor análisis del contenido de la propuesta estatutaria a través del estudio sintáctico y léxico pone en evidencia hasta qué extremos ha calado el narcisismo identitario y autocomplaciente en la clase dirigente catalana. El Estatut, que Espada desmenuza, es a su juicio una muestra definitiva de la desnaturalización de la izquierda catalana que ha dejado a un lado los valores solidarios y universales, sustituyéndolos por la "ambición totalitaria". Se concluye que no existe verdadera competencia política en Cataluña, que no hay visiones diferentes que disputen el poder para aplicar programas y reformas contrapuestas. La retorsión que desvela el autor refleja la percepción deformada de la realidad española y catalana que han adoptado las fuerzas políticas del Principado. El autor, sin embargo, no aclara suficientemente en qué consiste la decadencia de Cataluña, aunque del texto se desprende que se refiere al intervencionismo desaforado y a la práctica del apaño entre los partidos y los miembros de una elite rectora que actúa ignorando las necesidades y aspiraciones de la sociedad.

En la actualidad, como señala Vidal-Quadras, la cuestión se centra en una persona y en el partido que dirige, el presidente Zapatero y el PSOE. Los acuerdos en el Congreso aprobando las rectificaciones del proyecto de Estatuto apuntan en su opinión a que la capacidad de maniobra del jefe de gobierno puede lograr un acomodo temporal de las reivindicaciones nacionalistas al texto constitucional. Esto, en cierto modo, supone una refutación en los hechos de posturas que puede ser juzgadas como catastrofistas, en tanto en cuanto se puede llegar a una transacción, pero no rebate la tesis de fondo de Vidal-Quadras de que el nacionalismo es insaciable, como demuestra la progresión histórica de sus demandas.