Image: Pégate un tiro para sobrevivir

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Ensayo

Pégate un tiro para sobrevivir

Chuck Klosterman

4 mayo, 2006 02:00

Traducción de Joan Trujo. Mondadori, 2006. 449 páginas, 20 euros

Si le gusta la música pop, y de vez en cuando reflexiona sobre la evidencia de que algún día tendrá que morir, éste muy bien podría ser el libro de su vida.

Chuck Klosterman, periodista escéptico abonado a pensamientos lúgubres, ha conducido por Estados Unidos a lo largo de 10.500 kms. convencido de que sólo el óbito de un artista tiene la facultad de hacer que su último disco, en realidad sólo "ligeramente mejor que bueno", se convierta tras ese trágico suceso en "un clásico absoluto".

Klosterman no es la alegría de la huerta, pero escribe con la acidez suficiente como para que coloquemos este libro en una estantería especial, muy cerca de Hunter S. Thompson y Robert Greenfield, no muy lejos de Guy de Maupassant (Klosterman también entiende el suicidio como un acto de poder ante la fatalidad), y con el lomo apoyado suavemente en las obras de Hornby.

Ligero de equipaje (un coche con navegador, un poco de hierba y 600 cedes), este reportero de "Spin" husmea en los lugares en los que estrellas de la música popular han abandonado este mundo. Ya saben, el lavabo de Graceland donde dejó de latir el corazón de Elvis, el cruce en que Duane Allman y su moto se hicieron añicos, el invernadero de Seattle en el que Kurt Cobain se voló los sesos, la orilla del Mississippi desde la que se lanzó al agua Jeff Buckley, los sembrados de judías donde se estrellaron las avionetas en que viajaban Buddy Holly y los Lynyrd Skynyrd.

Escenarios forenses que Klosterman recorre mientras reflexiona sobre sus relaciones con las mujeres, las diferencias entre los bares de Montana y Nueva York, la credibilidad de las estrellas del rock y el futuro de la industria discográfica. Sobre la vida. Y sobre la muerte, puesto que para Klosterman muerte, credibilidad y vida son sinónimos. Las tres patas de la silla en la que se sienta para escuchar música, mientras se flagela sobre la imperfección de sus relaciones, el amor, el alcohol y las drogas, y la dificultad para reconocer las pérdidas.

¿Un tipo triste? Sin ninguna duda. Pero muy brillante en su forma de narrar, tan directa y efectiva como la de Nick Hornby, con quien es inevitable la comparación. De hecho Klosterman podría muy bien ser Rob Fleming, el protagonista del mayor éxito de Hornby, la novela Alta fidelidad. Klosterman, como Hornby, escribe de manera directa y nada pretenciosa sobre todo aquello que nos arrastra, de una forma u otra, a escuchar música, a buscar en un solo de guitarra toda esa complicidad y ese placer que no hemos encontrado en un noviazgo de cinco años.

Los que busquen en este libro la épica del rock, la epopeya, quedarán decepcionados. No hay una sola línea donde recrearse con detalle morbosos de cadáveres de cinco estrellas. Pégate un tiro para sobrevivir es un texto desmitificador, y en ocasiones francamente divertido, en el que los grandes mitos del rock son utilizados por el autor como excusa para escapar de su destino urbano, tremendamente monótono, y conducir durante días con los altavoces a todo volumen. No es una visión moderna y surrealista del sueño musical americano. Es una escapada, una huida de la rutina, una demostración de que con algo de cinismo y música, hasta los momentos más tristes de nuestra existencia pueden invitarnos a sonreír, a vivir.