Ensayo

El nuevo espacio público

Daniel Innerarity

8 junio, 2006 02:00

Daniel Innerarity

Espasa. Madrid, 2006. 270 páginas, 21 euros

Apenas apagados los ecos de su celebrada caracterización de la sociedad actual como "invisible", Daniel Innerarity centra ahora su mirada en otra "peculiaridad", no menos llamativa, del heteróclito y multifocal mundo en el que nos ha tocado vivir.

"la contradicción entre la convocatoria universal a participar en un espacio público y la fragmentación de los discursos y los intereses, la coexistencia, en todos los niveles de la vida colectiva, de procesos que nos vinculan y hacen interdependientes junto con el enquistamiento de diferencias que parecen insuperables". Ocuparse, pues, de esta peculiaridad es ocuparse del espacio público, que, dada su condición de ámbito en el que se organiza la experiencia social, recoge la totalidad de los procesos de configuración de la opinión y voluntad colectivas. Y hacerlo, en fin, a conciencia de que ocuparse de lo público en nuestra actual y fragmentada sociedad -en la que la vida no vive ya, como en su día dejó Nietzche lapidariamente sentado, en el todo-, "equivale a indagar en las posibilidades de que la política tramite realmente algo común e integrador y le confiera una forma institucional, desde los gobiernos locales hasta las articulaciones más complejas de la escena mundial".

Ante la generalizada duda sobre esas posibilidades o, si se prefiere, sobre el cumplimiento actual efectivo de tal función, por parte de la política, presuntamente devorada por los automatismos y por la propia debilidad institucional, Daniel Innerarity considera necesario forjar un concepto normativo de lo público capaz de introducir "procedimientos de reflexión" nuevos en la vida pública. Lo que con toda coherencia le lleva a pronunciarse a favor de la política entendida más como artificio que como mera gestión de lo dado, más como una construcción que como una entrega servil a las constricciones de lo inmediato. Y es precisamente en esta llamada de atención sobre la tiranía del presente, la inercia administrativa, la desatención hacia lo común y la irresponsabilidad organizada que delimitarían el territorio en el que nos movemos donde el lector ha de buscar los parámetros normativos últimos de su elaborada propuesta. Que puede ser asumida también como un largo e interesante viaje, resuelto en clave más descriptiva que explicativa, desde luego, a través de las patologías, laberintos, dilemas y paradojas de la fragmentada vida social contemporánea. Sólo que esta fragmentación resulta inseparable del pluralismo, del que es consecuencia. O de la generalización moderna, si se prefiere, de la idea y de la práctica de la libertad.

En cualquier caso, no parece que ninguna renovación plausible de la política pudiera ignorar hoy la imposibilidad de alcanzar una reconciliación total de los individuos entre sí en el mundo moderno. Con todo, la "nostalgia de la unidad" sigue ahí. Latiendo, por ejemplo, aún sin decir su nombre, en las páginas tal vez demasiado ambiciosas de este interesante libro.

Tal vez eso explique su invitación a pensar "cómo debe ser la política en un mundo común". O "de qué modo la política puede continuar suministrando la gramática de los bienes comunes". Recuperar, pues, el sentido de lo público en un mundo complejo, "invisible", profundamente privatizado. ¿Avanzar quizá hacia una forma nueva de comunidad?