Image: El Islam. Historia, presente, futuro

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Ensayo

El Islam. Historia, presente, futuro

Hans Kung

6 julio, 2006 02:00

Hans Kung. Foto: Begoña Rivas

Traducción de José Manuel Lozano y Juan Antonio Conde. Trotta. Madrid, 2006. 848 páginas, 53 euros

En poco más de quince días, han llegado a mis manos tres volúmenes sobre el Islam que valen la pena: el número tres de la revista Oasis, la segunda edición castellana de las Cien preguntas sobre el Islam respondidas por Samir Khalil Samir (Encuentro, 223 págs.) y la enorme síntesis de Hans Köng. Me adelanto a decir que, si tuviera que elegir entre los tres, me quedaría con los tres. Las casi novecientas páginas de Köng constituyen un notable esfuerzo de síntesis. Hans Köng lleva más de quince años trabajando en el diálogo interreligioso y es eso lo que le ha inducido a llevar a cabo el empeño de entender el Islam en sí mismo, en su historia (primera parte del libro), examinar el presente a la luz de esa historia (segunda parte) y hacer una propuesta (tercera). La primera parte constituye una buena síntesis de más de cuatrocientas páginas sobre la historia del Islam. Es lo más útil del volumen porque diseña con claridad la evolución de la religión de Mahoma y la gama de orientaciones que ha ido dejando y que siguen vivas: el nacionalismo panarabista, el panislamismo, el islamismo tradicionalista, el secularismo islámico y el fundamentalismo que ha llevado al terror.

Como es frecuente en Köng, el estilo es demasiado tajante y da por firme y concluso un montón de tesis históricas que no están nada claras entre los especialistas. Pero el esfuerzo es más que meritorio. Queda patente que la evolución histórica del Islam ha sido acumulativa; no se ha ido abandonando una interpretación cuando surgía otra, sino que se han ido sumando hasta llegar a las cinco dichas y eso hace que el primer problema con el que nos hallamos está en la propia entraña del Islam: en los graves y duros desacuerdos que hay entre ellos. Es lo que se examina en la segunda parte del libro. En la tercera, se valora lo que podría ser el futuro.

Es un libro de un teólogo cristiano occidental y está escrito desde Occidente y desde una posición que, sin duda, muchos considerarán excesivamente relativista y condescendiente. Los otros dos volúmenes que he citado también han sido escritos con el afán de buscar el entendimiento. Pero Samir no es un occidental, sino un cristiano egipcio (jesuita), y son igualmente orientales varios de los colaboradores de Oasis. La perspectiva es, por eso, diferente, sobre todo mucho más realista, sin ser menos profunda desde el punto de vista teológico. No hablan de lo que, del Islam, necesitaría Occidente desde Occidente, sino de lo que les haría falta -de Occidente y del Islam- a los cristianos de Oriente. Las respuestas de Samir son extremadamente agudas, profundas y -ya lo he dicho- realistas. Trata los mismos aspectos que Köng, pero de forma más concisa y con énfasis mucho mayor en la situación real y en el futuro posible. Y eso es lo mismo que destaca en el número 3 de "Oasis", empeño editorial italoárabe (se publica en Venecia, en italiano y árabe, y se traduce a varios idiomas, entre los que aún no está el castellano), que tiene la originalidad de ser cauce del diálogo que mantiene la treintena larga de miembros del Centro Internacional Oasis, llegados a Venecia cada año del resto de Occidente pero, ante todo, del propio Oriente (Samir es uno de ellos). El resultado des un torrente de artículos breves sumamente incisivos, sobre temas concretos, frecuentemente de notabilísima profundidad. La mitad de la revista está en árabe y se dirige a los árabes. Por eso importaría, a mi juicio, que llegara a los musulmanes que han inmigrado a España.

Al cabo, de los tres libros se deduce lo que sabemos bien: que hay un problema (previo) de actitudes encontradas (verdaderos hábitos de comportamiento y prejuicio) que deben y pueden superarse. Eso es el empeño de Köng. Pero, en los volúmenes de Samir y "Oasis" se descubre que el primero de todos los problemas radica en que, en la mayoría de los países islámicos, no se respeta ni real ni jurídicamente a quienes se convierten. Y, mientras no se acepte la posibilidad de la conversión, como se acepta en Occidente a quienes se convierten al Islam, las declaraciones de mutuo respeto vienen a resultar humo de paja. Un humo de paja que (y aquí, otra vez, el esfuerzo de Köng) es necesario que siga viéndose, siquiera para mantener la esperanza.