Ensayo

Las otras derechas

Antonio Francisco Canales Serrano

20 julio, 2006 02:00

Francesc Cambó i Batlle

Marcial Pons. Madrid, 2006. 387 págiuas, 24 euros

La definición del mundo conservador no ha sido siempre fácil y ha habido historiadores que han pensado que se trataba del conjunto de actitudes de resistencia a las grandes propuestas de cambio social y político a las que hemos asistido en los dos últimos siglos, especialmente frente al liberalismo que ha posibilitado los sistemas democráticos contemporáneos. Fue un distinguido conservador británico, Lord Hailsham, el que dijo que el conservadurismo consistía más en una actitud que en una doctrina y el politólogo Michael Oakeshott describió el conservadurismo como una disposición, más que como un credo o una doctrina específica.

No más fácil resulta la caracterización de la derecha que parece proceder de la posición que los partidarios ocuparon durante los Estados Generales de 1789, a la derecha del desdichado monarca francés. Desde entonces, en los espacios dedicados a las actividades parlamentarias, los que demostraban actitudes más conservadoras se situaron a la derecha de los que ostentaban el poder, consolidando una denominación que coincidía con el predominio de las actitudes conservadoras.

Una formulación de esa actitud de resistencia al cambio serían los nacionalismos, que cristalizaron en toda Europa en paralelo con el hecho revolucionario francés y, no pocas veces, utilizando parte de su terminología. Se trataba, siguiendo a Taine, de subrayar los elementos de continuidad de cada país, a los que todo proyecto organización política debería someterse si quería ser eficaz.

Esas propuestas se formularon con especial vigor en España a finales del siglo XIX, especialmente en Cataluña y en el País Vasco a través de la propuestas nacionalistas que serían, de hecho, otra forma de hacer política por parte de las derechas. Unas propuestas que suponían una ruptura con el sistema político de la Restauración canovista, pero también una forma innovadora de política hasta el punto de que algún historiador ha visto al nacionalismo, en el caso catalán, como un factor de modernización.

ése es el fenómeno que aborda Antonio Canales en este excelente libro que analiza la vida política en dos escenarios locales -Baracaldo y Vilanova i la Geltrú- que le sirven para sugerir un modelo explicativo válido que afecta a toda la vida española. Un libro en el que, frente a las interpretaciones nacionalistas habituales, se sitúa la aparición de estas nuevas derechas en el contexto de la "competencia de proyectos nacionalizadores", entre los que proponía el Estado liberal y los que se proponían desde estas regiones. Los elementos metodológicos que caracterizan este estudio son el análisis local, la técnica comparativa y el uso de una larga perspectiva cronológica para el estudio del fenómeno. Baracaldo y Vilanova se comparan desde la época de la crisis finisecular del siglo XIX -que se confunde muchas veces, también aquí, con la derrota de 1898- hasta los días finales del régimen franquista. Una metodología en la que el autor se reclama deudor del marxismo analítico de Elster.

A lo largo de casi un siglo esos sectores conservadores percibieron la crisis del positivismo de finales del XIX como una crisis de legitimidad del liberalismo al que intentaron contraponer una propuesta política que permitiera restaurar el poder de las antiguas minorías dirigentes con una apelación al sentimiento nacional como motor de un nuevo proyecto político.Eso les llevaría al distanciamiento con la monarquía liberal de Alfonso XIII, después de que se esfumaran los intentos regeneradores que en algún momento representó el nacionalismo, especialmente el catalán, a través de la figura de Cambó.

Cuando vino la República de 1931 ambos nacionalismos encontraron dificultades de asentamiento en el nuevo régimen, si bien el nacionalismo catalán se beneficiaría de haber desarrollado una izquierda nacionalista que estuvo en condiciones de protagonizar la vida política catalana al frente de unas instituciones autonómicas que les fueron negadas a los vascos. Las diferencias se acentuarían durante la guerra civil y el franquismo, y ayudan a entender muchas de las diferencias que aún apreciamos hoy día.