Ensayo

Mundo escrito y mundo no escrito

Italo Calvino

20 julio, 2006 02:00

Ítalo Calvino. Foto: Archivo

Ed. de M. J. Calvo Montoro. Traduc. de A. Sánchez-Gijón. Siruela. Madrid, 2006. 277 págs, 21’90 e.

Calvino posee una concepción de su oficio esencialmente libresca. Si a Gabriel Zaid le preocupaban "los demasiados libros", su colega italiano confirma ante su auditorio de la famosa feria editorial bonaerense que "los libros están hechos para ser muchos; un libro sólo tiene sentido cuando se coloca al lado de otros libros, porque sigue y precede a otros libros" (pág. 117). De ahí que en conversación con Tullio Pericoli manifieste una actitud radicalmente antirromántica, y por ello quizá posmoderna, frente al mito de la originalidad. Todo arte nace de otro arte, y la imitación no lo es tanto de la realidad como de las obras precedentes. Calvino acepta sin desdoro el calificativo de "escritor-ladrón", reconoce que su manera de homenajear a sus modelos ha sido apropiarse de algo suyo y que la reescritura le parece un procedimiento legítimo e inexorable.

De los tres trancos en que se articula este volumen, el primero y más extenso, titulado "Leer, escribir, traducir", aborda desde diferentes perspectivas una comprensión de la literatura íntimamente relacionada con las múltiples experiencias que de ella tuvo el propio Calvino. Será con la llegada de la posmodernidad cuando la evolución de la sociología literaria cristalice en el concepto de sistema para definir el funcionamiento real de la literatura. Calvino, lector profesional de Einaudi a las órdenes de Elio Vittorini, se vio investido de una serie de papeles y responsabilidades que el sistema literario italiano de los años 50 y 60 en otros casos encomendaba a varias personas. A su condición de lector y de creador, se añade pronto la función de crítico, como en este libro tenemos ocasión de apreciar, y sobre todo la de mediador editorial, figura ésta de suma relevancia, pues desde su estética personal ejerce una forma "ejecutiva" de juicio al determinar qué originales de otros autores merecen llegar al público a través de la lanzadera que la industria cultural les proporciona. La correspondencia de Calvino entre 1947 y 1981 que se publicó como Los libros de los otros es muy ilustrativa a este respecto, y en una de sus cartas leemos la siguiente confidencia: "Trabajando en una editorial se le vuelve a uno el corazón de piedra".

De todos modos, el agente del sistema literario que le merece mayor consideración es lo que él mismo denominaba, en un artículo de 1952 tomado del periódico L'Unitá, el "Buen Lector", antecedente del "Lettore Modello" de Umberto Eco. Calvino revela que escribe porque ha leído y por ello a veces pretende regalarse un libro que todavía no ha sido escrito por nadie. Resultan especialmente interesantes sus opiniones sobre la traducción, que considera la "mejor forma de lectura", y su afirmación de que la literatura necesita de lectores más cultos y perspicaces que los propios escritores. De esto último nace en 1979 Si una noche de invierno un viajero, una novela sobre el placer de leer novelas que tiene como protagonista a aquel Buen Lector.

La temática estrictamente literaria se prolonga en la segunda sección, muy breve, de Mundo escrito y mundo no escrito, que se centra monográficamente en lo fantástico, la veta que Calvino acepta como "más propia de mi temperamento" (pág. 124), debida en parte a aquel prurito suyo de lector insatisfecho por la carencia de determinados textos que finalmente se vio abocado a escribir él mismo. Su concepción resulta a este respecto muy abierta, pues junto a lo "fantástico visionario" admite también lo "fantástico cotidiano", más próximo a lo que se conoce como realismo mágico o maravilloso.

Con todo, acaso el capítulo más revelador de este libro sea el que corresponde a una docena de textos, la mayor parte reseñas de libros, que Calvino dedica a la ciencia, la historia y la antropología. A Calvino la información científica le sirve como trampolín para el vuelo sin trabas de la fantasía en términos que, por caso, sería reductivo confundir con la literatura de ciencia ficción en dos libros de los años 60 que Siruela ya pubicó por junto bajo el título de Memoria del mundo y otras cosmicómicas. Junto a la antropología de Lévi-Strauss o Arnold van Gennep, la etnología de Marvin Harris, la Historia de la Ciencia de Giorgio de Santillana y el "espectáculo del filosofar" de Ortega y Gasset, Calvino repara en la obra de químicos como Prigogine y físicos atómicos o solares como Freeman Dyson o Giovanni Godoli. Entre las páginas más brillantes de este libro se cuentan las que, al hilo de la biografía de Moctezuma del gran especialista inglés C. A. Burland, Calvino, gran admirador de Díaz del Castillo, describe la terrible relación entre el caudillo azteca y Hernán Cortés como un juego maquiavélico de suposiciones y estrategias sicológicas en el que la conciencia de la verdadera superioridad y grandeza del indio le obliga paradójicamente a asumir su derrota ante el conquistador.

Biblioteca Calvino

La Biblioteca Calvino, de Siruela, se aproxima ya a los veinte títulos con esta recopilación de reseñas, artículos, conferencias, prólogos y contestaciones a encuestas. En 1980, cinco años antes de su muerte, ya se había reunido un volumen con su obra crítica, Una pietra sopra, pero de las 38 piezas ahora reunidas más de las dos terceras partes fueron escritas en los años 80, si bien no faltan aquí textos de los tres decenios anteriores que nos permiten reconocer tanto los grandes temas de Calvino como su evolución desde el compromiso neorrealista hasta el formalismo lúdico de la posmodernidad. En cierto modo ese es un tránsito paralelo al que nos lleva del mundo escrito al mundo no escrito, de la literatura a la realidad.