Ensayo

La crítica taurina. Antología

Javier Villán (introducción y selección)

27 julio, 2006 02:00

Ponce, lider del escalafón

Marenostrum. Madrid, 2006. 430 págs.

Los toros son arte y espectáculo, como el cine. Siempre me he preguntado si, en las películas de acción, cuando vemos coches volando por los aires o estrellándose contra un edificio, las imágenes corresponden a efectos especiales o si de verdad están sacrificando esas máquinas con tanta alegría. Vuelvo a esta duda leyendo una de las primeras notas de prensa que se conservan de una corrida de toros, de las muchas que ha seleccionado Javier Villán en esta antología de la crítica taurina. La firma "Un curioso" en el "Diario de Madrid", el 20 de junio de 1793. El autor declara no haber "visto nunca descrita una función de toros", lo que podría convertirlo en el inventor de este género literario. Hace reseña de una función realizada en la plaza de los Reales Hospitales, en la que se picaron seis toros por la mañana y diez por la tarde. Uno se queda, de esta crónica, de entre todos los datos, con la muerte de los caballos: quince en una sola jornada. Semejante desperdicio de este medio de transporte de la época nos confirma que para el espectáculo jamás se ha reparado en gastos. De modo que el cine…

Marenostrum aumenta con esta antología de crítica taurina su colección de clásicos, y Villán la prologa con un estudio histórico muy pertinente. Uno puede ser poco taurino, pero leyendo muchas de estas crónicas, acaba coincidiendo con lo que escribió Alfonso Sastre de Javier Villán: "…podemos gozar leyendo lo que nos cuenta, engañándonos con el toro, sobre la vida y sus misterios y vicisitudes". Aún diría más: la fiesta se justifica, más que por la catarsis del espectador, por el deleite de quien pueda leer crónicas como las de Joaquín Vidal, memorable pluma y genio que entendió que "las vacas enviudan a las cinco".

La Fiesta no es de derechas ni de izquierdas, comenta Villán. A aquella Generación del 98 que sufría por España no le iban las corridas. La gente del toro fue partidaria del Alzamiento y según Julio Urrutia no hubo criador de toros que simpatizara con la causa republicana. Pero da en el clavo Villán cuando apunta que los toreros carecen de ideología, porque su ideario es el triunfo, o sea despegarse de las capas populares a las que casi todos pertenecen.