Ensayo

La caída de Cristóbal Colón

Isabel Aguirre y Consuelo Varela

14 septiembre, 2006 02:00

En el mural de La Rábida, Colón señala Isla de Guanahaní

Marcial Pons. Madrid, 2006. 272 páginas. 19’50 euros

En mi reseña de varios libros sobre Cristóbal Colón, publicada con motivo del V centenario de su fallecimiento (El Cultural, 18-V-2006), señalaba que en los últimos años no se habían localizado documentos que permitieran abordar nuevas perspectivas sobre su figura y las circunstancias que rodearon sus descubrimientos. Pues bien, como si la ocasión del medio milenio de su muerte hubiera convocado a la Fortuna, la archivera Isabel Aguirre, jefe de la sala de investigadores del Archivo General de Simancas, ha encontrado una copia de un documento excepcional que no ha llegado hasta nosotros: la pesquisa que el comendador Francisco de Bobadilla, enviado por los reyes ante las noticias del mal gobierno del Almirante, hizo al descubridor y a sus hermanos en la isla de La Española.

Siempre atenta y generosa con los investigadores, la archivera ofreció el documento a Consuelo Valera, especialista en Colón, y el resultado es este libro en el que Varela hace el estudio preliminar y Aguirre transcribe la pesquisa. ¿Qué datos nuevos nos aporta ésta? Sin duda, una visión muy negativa del Almirante y de su gobierno en la isla. Las deficiencias de Colón como gobernante ya eran unánimemente aceptadas, pero desconocíamos muchos aspectos de su actuación y teníamos una información sesgada, pues buena parte de los autores a los que debemos las relaciones sobre el genovés pertenecen a lo que Varela ha denominado "el taller historiográfico colombino" (Mártir de Anglería, Hernando Colón, Las Casas), empeñado en dar la mejor imagen posible del Almirante.

La pesquisa, en cambio, nos ofrece un retrato mezquino de tan importante figura histórica. En ella declaran 22 testigos; algunos contrarios a Colón, otros favorables, y la mayoría difíciles de clasificar. Seguramente habría odios, envidias, y falsedades. Pero el personaje que surge del documento es un individuo avaricioso, desconfiado, arbitrario, que ahorcaba a sus hombres por motivos poco relevantes, y en ocasiones sin proceso, que despreciaba la vida de los indios y que sólo veía en ellos una fuente de provecho a través de los impuestos, el trabajo o su venta como esclavos. En cuanto a sus hermanos, poco se dice del menor, Diego, pero sí de Bartolomé, el Adelantado, cuyos abusos, similares a los del Almirante, se veían incrementados por su afición a las mujeres.

En cuanto a la vida de la colonia en aquellos primeros años, la pesquisa nos ofrece una imagen desoladora, que nada tiene que ver con los sueños de quienes se embarcaban hacia el Nuevo Mundo. Míseras viviendas, hambre, trabajos y castigos, lo que provocó revueltas entre los colonizadores y quejas que decidieron a los reyes a enviar un pesquisidor y sustituir a Colón en el gobierno. Por su parte, el deterioro de las condiciones en que vivían afectó a los indígenas, sometidos al poder -y los abusos- de los españoles. Los hechos posteriores ya los conocemos. Colón -que trató de reunir gente para enfrentarse a Francisco de Bobadilla- fue detenido a su llegada a Santo Domingo y enviado a España, junto a sus hermanos, cargado de cadenas. Así se presentó a los reyes, siendo inmediatamente liberado y rehabilitado en su cargo de Almirante, aunque nunca más recuperaría los de Virrey y gobernador.

La mayor parte de la historiografía ha transmitido una imagen positiva del descubridor de América, no sólo por la trascendencia de su descubrimiento y su capacidad como navegante sino también por sus valores personales. La pesquisa recién descubierta, en cambio, la ensombrece seriamente y nos aporta datos de gran valor para el conocimiento de los primeros años de la presencia española en el Nuevo Mundo.