Ensayo

Diccionario de la injuria

Sergio Bufano y Jorge Santiago

14 septiembre, 2006 02:00

Detalle de Sanan cuchilladas mas no malas palabras de la serie "Los proverbios, de Goya

Losada. Madrid, 2006. 283 páginas, 16 euros

En español de España injuria suena demasiado formal, pero los autores de este diccionario lo usan como sinónimo de insulto en las 17 páginas de un Prólogo subdividido en sugestivos epígrafes: "Teoría del insulto", "El nacimiento del insulto en Occidente", "Las cuatro categorías del insulto", "Verdad, mentira y arte en el insulto", "Biología, anatomía, sociedad", "Insulto y sexualidad", "La injuria como delito", "Malas palabras y salud" e "Insulto y gramática". Da la impresión de que se ha evitado en el título la palabra insulto, más adecuada al contenido de este diccionario que -dicen sus autores- "ha tratado de incorporar todos los insultos de habla hispana que se conocen hasta la fecha". Palabras mayores, cuando el Diccionario del insulto de Juan de Dios Luque, Antonio Pamies y Francisco José Manjón (Península, 2000), contiene más de 5000 entradas referidas sólo al español de España. Pero es indudable que el valor del Diccionario de la injuria para los hablantes de español europeo se basa en ofrecer, con su localización, los insultos más frecuentes que utilizan los hispanohablantes de los países americanos.

Los insultos son palabras especiales que pertenecen a un léxico con una carga afectiva intensa que la censura social margina. Y, sin embargo, son palabras que gozan de gran salud en todas las lenguas, por más que vivan de forma semiclandestina. Palabras malas, gruesas, palabrotas, palabras fascinantes para los niños y los extranjeros, porque escapan al aprendizaje normativo y se renuevan a gran velocidad. Por eso, el ámbito de muchos insultos suele ser local -salvo el de algunos que pertenecen al español general y gozan de tradición literaria, como hijo de puta-, cosa que preocupaba a Dámaso Alonso, porque escapan a la nivelación del español culto.

Es evidente que los argentinos Bufano y Perednick no han pretendido hacer una rigurosa obra lexicográfica. Recuerda más bien, con sus pegas y su frescura, a aquellos diccionarios ingenuos de los dialectólogos amateurs. Bufano, conocido periodista, es, además, escritor, y Perednick, poeta, ensayista y traductor, por eso su prólogo reúne los ingredientes de la divulgación inteligente, con agudas reflexiones sobre qué es un insulto, cuál es su relación con la ironía, lo que tiene de relatividad cultural, su valor como reflejo de la evolución del hombre, etc. Pero no identifican sus fuentes, ni redactan definiciones ajustadas y referencias entre unas palabras y otras, mezclan insultos desusados con otros vivos, y sólo proporcionan ejemplos en algunos casos, no siempre en los más necesarios, porque ¿quién los necesita de "abominable", "asqueroso", "charlatán" o "idiot"? Una segunda edición merecería la colaboración de un lexicógrafo que, además de eliminar voces como "abandonado", "absorbente", "aburguesado", "aburrido", "afectado", "arrejuntao" o "arriesgado", comprobara la fiabilidad de las fuentes, porque algunos insultos que se dan como generales en España hacen recelar del resto, y evitase grafías no sistemáticas de pronunciaciones vulgares - "abrasau", "aponderau", "apamplau", etc.- o errores ortográficos como "abiao" por "avia(d)o", "abutardas" por "avutardas", etc.

Los libros sobre insultos y otras palabras prohibidas siempre han tenido tirón entre un público más amplio del habitual para otros trabajos lingöísticos. Ya Criado de Val publicó en 1985 sus Palabras equívocas o malsonantes en España, Hispanoamérica y Filipinas y antes ángel Rosenblat nos advirtió, en clave de fino humor, de los problemas que parte de este léxico puede llegar a plantear al turista español que desconozca los registros informales de los países americanos hispanohablantes a los que viaje. El mayor peso americano -sobre todo argentino, mexicano, colombiano y chileno- de los insultos recogidos en este Diccionario proporcionauna rica información sobre ese patrimonio lingöístico que muchas veces se considera sin la necesaria perspectiva panhispánica.