Ensayo

El libertino y el nacimiento del capitalismo

Juan Velarde Fuertes

21 septiembre, 2006 02:00

Juan Velarde Fuertes. Foto: Eloy Alonso

La esfera de los libros. Madrid, 2006. 232 páginas, 17 euros

Es Juan Velarde uno de los primeros y más destacados maestros de economistas españoles, aunque seguramente es tanto o más conocido del gran público como habitual comentarista y crítico de cuestiones económicas de actualidad en periódicos y radio. Pero hay otra dimensión de su personalidad que interesa cuando se lee esta reedición de El libertino, publicado por primera vez en 1981. Me refiero a su extraordinaria y vasta cultura, fruto de una capacidad de lectura acrecentada con los años, y de una curiosidad intelectual sobresaliente, incluso en el medio universitario. Aunque el centro de su especialidad es el conocimiento de la economía española, las inquietudes y conocimientos del profesor Velarde le pueden llevar a ocuparse de la relación entre los fenómenos económicos y otros de naturaleza muy diversa. éste es el caso del libro que nos ocupa. En él se aborda la influencia que en el nacimiento del capitalismo pudieron tener los librepensadores franceses, la literatura libertina dieciochesca del Marqués de Sade y de otros autores, y la masonería, en sus vertientes anglosajona y francesa, y en la derivación de esta última hacia España.

El autor parte de la conocida tesis de Max Weber sobre el influjo que tuvo la ética protestante, y más concretamente calvinista, en el surgimiento del capitalismo, en función, sobre todo, del ejercicio habitual de la introspección, de la práctica de la austeridad y de la búsqueda del éxito profesional. Según Weber, algunos escritos de Benjamín Franklin representan un ejemplo cabal de dicha ética, aplicada a los comerciantes. Pero Juan Velarde encuentra en Franklin, especialmente en su viaje a Francía en 1776 -cuando buscaba apoyos para la independencia norteamericana-, otras derivaciones, paralelas a las ideas de Voltaire, Rousseau y otros escritores de su tiempo, que nos conducen a la religión natural y a la naturaleza como guía de comportamiento. Ello se complementaría con la actitud personal del propio Franklin en Europa, proclive al disfrute de la vida burguesa, con frecuentes aventuras amorosas y, por otra parte, con su aproximación a la francmasonería, no sólo francesa, sino también inglesa.

Juan Velarde amplía su visión a otros muchos escritores franceses del siglo XVIII, entre ellos los fisiócratas, con François Quesnay a la cabeza, considerados junto con Cantillon los primeros economistas científicos, anteriores en el tiempo a Adam Smith. Quesnay era médico de la corte de Luis XV y protegido de Madame Pompadour. Pertenecía, como el también fisiócrata Marqués de Mirabeau o como Dupont de Nemours, a los círculos privilegiados de la sociedad del Antiguo Régimen, pero sus ideas resultaban disolventes, desde el lema Laissez-faire, que ellos acuñan, a su idea del impuesto único agrario.

Más llamativo parece el ejemplo de Necker, próspero comerciante y ministro de Hacienda de Luis XVI, que defiende la Monarquía Absoluta pero, a la vez, ensalza la libertad, antepone los impulsos naturales y la razón a la tradición y a las enseñanzas morales de la religión cristiana y se muestra conforme con las relaciones amorosas sin límites. En este último punto, destaca el profesor Velarde coincidencias con el Voltaire de L´Ingènu y el Diderot de La Religieuse.

La feliz idea de reeditar El libertino permitirá a los lectores encontrarse con una perspectiva inédita y polémica de una cuestión fundamental de la historia económica.