Image: Irán. Entre la amenaza nuclear y el sueño occidental

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Ensayo

Irán. Entre la amenaza nuclear y el sueño occidental

Claire Tréan

12 octubre, 2006 02:00

El presidente de Irán, Mahmoud Ahmadinejad. Foto: Archivo

Traducción de Julieta Carmona. Península. Barcelona, 2006. 256 páginas, 17’50 euros.

Entre mayo y diciembre de 2005 la periodista francesa Claire Tréan, liberada por "Le Monde", donde había cubierto durante años la diplomacia, las relaciones internacionales y Oriente Medio, viajó por Irán con la ayuda de una mujer iraní cuyo nombre prefiere mantener en el anonimato por razones de seguridad. Resultado de las entrevistas y reportajes de aquel viaje es este libro. Península ha tenido tres aciertos al editarlo en castellano: no ha esperado para traducirlo uno o dos años como suele hacerse con los libros extranjeros; ha acertado de pleno en la elección del tema (Irán es hoy uno de los desafíos internacionales más urgentes) y ha cambiado el título de la edición original en francés, Le paradox iranien, que vio la luz el pasado 4 de mayo, por un título que refleja mucho mejor el contenido. Es un libro periodístico, no académico. Apenas cita a autores renombrados, selecciona los testimonios, y sólo incluye una conversación en formato de entrevista. El resto las va goteando en el texto para reforzar, matizar y aclarar los mensajes principales de la obra.

Para la autora, el presidente Ahmadineyad y quienes le han catapultado a la presidencia pretenden invertir el curso de la historia "para instaurar un nuevo orden regional y una nueva relación con Occidente en la que la nuclearización de Irán será el elemento clave". Lo tienen muy difícil, si no imposible, porque la mayoría de los iraníes y muchos de sus dirigentes no apoyan ese proyecto del ala más extremista de la nebulosa de conservadores que, con el apoyo decisivo de la milicia basiyi (militantes y espías de barrio) y de los pasdaranes o guardianes de la revolución uniformados, se hizo con la presidencia en el verano de 2005.

Conscientes de su debilidad, los nuevos dirigentes han elegido el enriquecimiento de uranio, que en la mente de los iraníes significa la modernidad, el progreso y el orgullo nacional frente al enemigo exterior, para ocultar su incapacidad e ineficacia en las tareas de gobierno, movilizar a la población y silenciar a los disidentes. En la propaganda neoconservadora iraní a favor de la nuclearización se repiten la necesidad de la energía nuclear (nunca hablan del arma) para recuperar el estatus de gran nación y el respeto internacional, y las mil varas de medir de las grandes potencias, que permitieron la nuclearización de Israel, Pakistán, la India y Corea del Norte, y tratan de impedírselo a Irán.

La legitimidad de Occidente para dar lecciones a los iraníes es muy escasa, pues hasta los más prooccidentales recuerdan el apoyo de Occidente a Sadam Husein cuando gaseaba a kurdos e iraníes, el medio siglo de robo de su petróleo por la Anglo-
Iranian Co., el golpe de la CIA contra el primer ministro Mossadegh en 1953 por nacionalizar el petróleo y los 25 años siguientes de apoyo estadounidense a la dictadura del Sha. Todo pareció entrar en vías de solución el 11-S. Ningún país musulmán respondió con la rapidez y solidaridad de Irán. La cooperación entre Washington y Teherán contra los talibanes y Al Qaeda en Afganistán pudo haber sido el principio de una nueva relación, pero con su discurso del eje del mal en enero de 2002, Bush desperdició la oportunidad de hacer las paces con los sucesores de Jomeini. Aunque la suerte no está echada, Tréan reconoce las enormes dificultades para impedir que Irán se haga con el arma nuclear. Fortalecidos por los precios del petróleo, el lodazal estadounidense en Iraq y la expansión chií en Oriente Medio, es obvio que Teherán está utilizando las conversaciones iniciadas hace tres años con Europa para ganar tiempo. Según distintas fuentes, necesita entre 5 y 11 años para hacerse con la bomba, pero nadie está seguro de nada.