Ensayo

La familia Aznar y sus negocios 1830-1983.

de Jesús Mª Valdaliso

7 diciembre, 2006 01:00

Eduardo Aznar, fundador de la saga de navieros Aznar

Marcial Pons. Madrid, 2006. 371 páginas, 25 euros

En los últimos años han sido publicadas algunas excelentes biografías de empresarios españoles, muchos de ellos vascos -los Sota, Ybarra, Echevarrieta-, escritas con rigor científico y con el distanciamiento imprescindible entre el personaje historiado y el historiador. El actual libro de Jesús María Valdaliso se une a dicha corriente y presenta, con indudable hondura y minuciosa elaboración, la historia de una familia bilbaína, los Aznar, protagonistas de un brillante ascenso económico en la Vizcaya de la Restauración, cuando se gestó la industrialización estimulada, desde años atrás, por la extracción y el comercio marítimo del mineral de hierro.

El primer protagonista de la saga fue Eduardo Aznar, de familia de artilleros, dedicado a la correduría marítima en el Bilbao de 1860, e interesado después en negocios mineros, navieros y de seguros, en compañía de su primo Ramón de la Sota, con quien creó la sociedad Sota y Aznar en 1900. La naviera perteneciente a esta sociedad se convertiría, antes de 1936, en la primera, por su matrícula, del conjunto bilbaíno y del español. También en 1900 promovieron la sociedad Euskalduna de construcción naval, y en 1917 la Siderúrgica del Mediterráneo. Esta progresión deslumbrante fue posible, en parte, por la política proteccionista que, inaugurada por Cánovas en 1891, quedó reforzada a lo largo de la primera mitad del s XX.

Con los efectos adversos de la crisis de 1929, la casa Sota y Aznar experimentó dificultades que llevaron al enfrentamiento entre los socios, en los primeros años 30, y a una enconada disputa por la posesión de la empresa a raíz de la guerra civil, la cual dividió a los Sota y a los Aznar. Salieron estos triunfantes, tras la adquisición de las propiedades de sus rivales, incautadas por el gobierno de Franco. En 1950, el grupo Aznar encabezaba el sector del transporte marítimo, representando el conjunto de sus navieras la quinta parte del tonelaje mercante español. Rutas trasatlánticas de pasaje y carga, cabotaje, transporte frutero de Canarias al Reino Unido fueron sus principales actividades, aunque los intereses empresariales estaban repartidos en diferentes sectores.

Mención aparte merece su vinculación, creciente a partir de 1939, con el Banco Urquijo y con el Hispanoamericano, como también la rivalidad que los Aznar mantuvieron con el presidente y fundador del INI, Suanzes, quien defendía los intereses de la empresa naviera pública Elcano. Este hecho ilustra la característica principal de los empresarios españoles del franquismo: competir por los beneficios de la intervención estatal antes que por sus respectivas cuotas de mercado, en un mundo erróneamente protegido. El caso de Eduardo Aznar Coste, el último de los aquí estudiados, es revelador y dramático. Poseía capacidad personal sobrada para adaptarse al medio internacional, pero hubo de batirse por los beneficios de la protección, con el objeto de renovar su flota en los 70, teniendo que asistir, antes de su muerte en 1981, a la crisis de sus empresas navieras, a la desaparición del sistema franquista y a las amenazas terroristas en su propia tierra.