Ensayo

Pablo, el judío de Tarso

César Vidal

14 diciembre, 2006 01:00

Algaba. 408 págs., 24 euros. Pablo, el segundo hijo de Dios. Eugenio Gómez Segura. Oberón. 225 págs., 16’50 euros

Es éste uno de esos casos felices en que uno no tiene que decidir con qué libro se queda, sino que lo mejor es quedarse con los dos; porque cada uno tiene su mérito. El principal de Gómez Segura, a mi juicio, es que dedica el primer tercio del libro a explicarnos cómo era el mundo de creencias de griegos y romanos, o sea de aquellos con quienes Saulo hubo de vérselas, y la síntesis es magnífica. En un asunto como ése, sobre el que se ha escrito tanto y de tanta calidad, el autor sabe encontrar y resaltar aspectos de enorme interés. Muestra con claridad que se trataba de un mundo abigarrado, complejo, acaso el menos apto para que un judío fuese a hablarles de un "Dios desconocido" que, crucificado, había resucitado. Sabiendo lo que sabe sobre la antigöedad clásica, griega y romana, el de de Gómez Segura es además lo más ajeno a un libro de erudición, siendo así que, a la vez, rezuma conocimiento. Da gusto leerlo. En los otros dos tercios del libro, somete los escritos de san Pablo a un análisis no menos ágil y novedoso, que se despega de cualquier interpretación tradicional.

Por eso, uno preferiría hacer imaginariamente, de estos dos que comento, un solo libro: pondría al principio las luminosas páginas de Gómez Segura sobre la Grecia y la Roma del siglo I y seguiría con la biografía de César Vidal, adobándola con algunos comentarios del primero especialmente incisivos. La de Vidal no es una obra menos atrevida. Es simplemente distinta: bastante más detallada y fiel a la cronología, muestra un conocimiento más que acabado de los escritos y de la personalidad de san Pablo y hace que vaya desgranándose su visión de la vida al paso de sus propios desplazamientos de uno a otro extremo del Mediterráneo. Por cierto que no duda de que estuvo presente en España, aunque muy poco tiempo. Al lector puede llamarle la atención la frecuencia con que la exposición del pensamiento de Saulo de Tarso, en el libro de César Vidal, aboca a la idea de la justificación por la fe. Como se sabe, fue la piedra de toque de la Reforma protestante. Hoy se presenta, sin embargo, como un enorme malentendido, superado por ambas partes. A san Pablo no se le ocurrió siquiera insinuar el enorme dislate de que, como el justo se justifica por la fe, puede obrar como le venga en gana. Es probable, con todo, que el lector no caiga en la cuenta de esta insistencia del autor.