Ensayo

Los libros del Tao

Lao TSe

21 diciembre, 2006 01:00

Dibujo de Carlets

Trotta. Madrid, 2006. 542 páginas, 30 euros. I Ching. El libro de los cambios. Traducción de Jordi Vilà. Atalanta. Gerona, 2006. 599 páginas, 35 euros

Tienen algunas de las obras clásicas chinas, por su influencia y belleza, la característica de ser en verdad obras universales, insustituibles para el desarrollo del conocimiento humano. De algunas de estas obras se nos han ofrecido, en los últimos años, versiones directas al español de una gran calidad y no a través de otras lenguas, como ha sido práctica tan ligera como habitual. Recordaré ahora, por ser una de las más señaladas, la monumental traducción que Enrique P. Gatón e Imelda Huang-Wang nos ofrecieron del Viaje al Oeste, obra de autor anónimo del siglo XVI (Siruela, 1992, 2004). Vienen hoy a añadirse a esta galería de obras esenciales, vertidas directamente del original chino, las que sin ninguna duda son las dos obras clásicas del pensamiento chino de los orígenes: el Tao Te Ching y el Yijing, también reconocido como El Libro de los Cambios o de las Mutaciones.

Conocíamos ya la versión tan depurada e intelectual que Iñaki Preciado nos había ofrecido de la primera de estas obras, pero su nueva edición de Trotta supone un salto hacia delante en varios sentidos. En primer lugar, porque revisa y mejora su versión de 1979, porque contiene nada menos que tres versiones del libro (incluida la más antigua, hallada recientemente) y porque en su extenso preliminar y en sus notas el lector se podrá encontrar cuanto el autor de la versión "ha podido aprender, comprender y experimentar a lo largo de los últimos veintiséis años". Completa así esta valiosa versión de los Libros del Tao otras publicadas hasta el momento (ya sea las españolas de Carmelo Elorduy o Anne-Hélène Suárez), o extranjeras, como la ya clásica de Richard Wilhelm. Esta última suele ir acompañada de un iluminador estudio de Jung. (No olvidemos que Jung comentó otro clásico chino, El secreto de la flor de oro, traducido por Wilhelm.)

También Elorduy y Wilhelm hicieron versiones del I Ching o Yijing, pero la que ahora nos ofrece Atalanta, en traducción de Jordi Vilá, va mucho más allá por varias razones. En primer lugar, porque está hecha a la luz de los últimos hallazgos arqueológicos y lingöísticos, porque va acompañada de los comentarios de Wang Bi (226-249), un notable filósofo confuciano (versión de Albert Galvany), y por la fundamentada introducción a esta obra, tan necesaria por encontrarnos ante un texto oracular, de una gran carga hermética, que precisa de la ayuda de los comentarios. Diremos, sin embargo, que una de las lecturas que se puede hacer del Yijing, es la de abordar directamente el libro, leerlo como un tratado de interpretación muy personal y dejando de lado su carácter adivinatorio, que por supuesto también se da en él y que es por lo que, sobre todo, lo conocen los lectores.

Hasta aquí cuanto de novedad hay en estas dos versiones españolas directas de dos de las obras literarias más importantes de la cultura china de todos los tiempos. Esto es lo principal que debemos decir de ambos libros, hermosos en su edición y valiosos en su contenido y traducción. Todo lo demás que afirmemos no será nuevo, o será complementario de las valoraciones previas. Me referiría, por ejemplo, a la gran influencia dejada por ambas obras sobre tantos pensadores europeos, particularmente de la órbita de la cultura alemana: Leibniz, Shopenhauer, Richard y Hellmut Wilhelm, Jung, Herman Hesse… Está bien que sea ahora la cultura de lengua española la que entre con fuerza en el panorama de la hasta ahora difusa o mal ofrecida cultura china, y, en particular, de su pensamiento. Otra de las virtudes de estas dos obras es su significación múltiple, llena de irisaciones no sólo filosóficas, sino también poéticas y morales. De aquí proviene, consecuentemente, las huellas de su influencia, su carga de universalidad. Quizá por ello, en unos pocos versos, Borges nos dejó una sutil interpretación de estos libros: "La firme trama es de incesante hierro,/pero en algún recodo de tu encierro/puede haber una luz, una hendidura". Esa hendidura y esa luz son las de la sabiduría que estos dos libros revelan al lector. "Las grietas -añade Borges- en las que está Dios, que acecha".