La vida en tiempo real. La crisis de las utopías digitales
José Luis Molinuevo
22 marzo, 200701:00
Jacobo Muñoz
Biblioteca Nueva, 2006. 167 páginas. 12 euros
Tras la contenida sobriedad de su título, este libro acoge los resultados de una compleja reflexión, literariamente muy bien resuelta, sobre los retos a que se enfrenta nuestra época en cuanto lugar privilegiado del dominio y despliegue de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación. Un lugar de contornos casi inabarcables, como José Luis Molinuevo razona con un impresionante acopio de referencias y datos, en el que coexisten varios tiempos, generaciones y culturas, y en el que la arraigada creencia en la capacidad de las tecnologías de cambiar nuestras vidas -en un sentido utópico o distópico-, conoce un momento de inquitante esplendor. La tecnología determina, en efecto, el actual horizonte social, cultural, político e incluso antropológico, como ya anticiparon los futuristas con el entusiasmo de quien cree que progreso social y progreso tecnológico van de la mano, y lamentaron, con gesto trágico, los filósofos de la existencia, proclives a denunciar la deshumanización y el desarraigo causados por la universalización de la técnica y la reducción de todo conocimiento a mera información (Heidegger). En esa estela caminarían también, tras la consumación de la revolución digital, Case, el cowboy del ciberespacio creado por Gibson; los decididos a asumir el navegar por ese espacio como única forma de vida "auténtica"; los que al modo de los solitarios sin futuro de la generación cyberpunk prefieren el "autismo interactivo"; los que perciben en el presente "el colapso del futuro", sustrayendo así a aquél el tiempo que le es propio o, en fin, los que de modo aún más inquitante dan en considerar nuestra sociedad, tras la definitiva "destrucción del sujeto", bien como "posthumana", bien como el marco evanescente de una nueva "refundación de lo humano"...
La historia es, de todos modos, antigua. ¿Acaso el descubrimiento de la imprenta no cambió la vida de millones de hombres? Tanto, al menos, como los otros motores de la Modernidad: el capitalismo, la Reforma y los grandes descubrimientos geográficos. La escritura y la lectura en solitario, generalizadas gracias a tal invento, se revelaron enseguida como poderosos mecanismos de configuración de la subjetividad, sin los que ni el "sujeto moderno" ni el humanismo a él correspondientes hubieran sido posibles. Con notable sentido histórico Molinuevo sitúa ahí -en la crisis de ese sujeto y ese humanismo a efectos de la actual transformación de todos los sistemas de transmisión de la información- el problema. Y consciente de estar, al mismo tiempo, asistiendo al final tanto de las utopías digitales extremas, en todas sus variantes, como de las más negras distopías vinculadas a la biotecnología, prosigue la elaboración de ese nuevo humanismo de raíz latina que, en diálogo con la Filosofía del Límite, inició en Humanismo y nuevas tecnologías. Un humanismo capaz de integrar las dos culturas. La de lo virtual y la de lo real, proclive a la mesura y consciente de que el ser humano es -lejos de todo determinismo y todo reduccionismo- un ser tecnológico. Un ser que puede ser también un "ciudadano estético", como de la mano de Schiller razona el autor en algunas de las mejores páginas de esta obra.