El hombre que liberó París
Rafael Torres
5 abril, 2007 02:00Rafael Torres. Foto: Iñaki Andres
El periodista Rafael Torres sigue tirando de los hilos de esa interminable madeja que constituye la guerra civil. Precisamente de su penúltima obra, Los náufragos del Stanbrook -el último barco que zarpó de Alicante hurtando a la represión franquista más de dos mil republicanos- surge la pequeña historia de su último libro. Entre los pasajeros de aquel buque estaba un tal Amado Granell, natural de Burriana, electricista, afiliado a Izquierda Republicana y UGT, combatiente en Marruecos en 1921 -el año de Annual-, voluntario del Ejército Popular de la República con mando en el "Batallón Motorizado de Ametralladoras". Tras hallar refugio en Orán se pierde su pista, hasta que lo reencontramos en 1942 enrolado en las fuerzas aliadas, como teniente de la mítica "la Nueve": la 9ª Compañía (tan plagada de españoles que las órdenes se daban en castellano) de la 2ª División Blindada del General Leclerc. Dos años después Granell y sus compañeros, aunque no están en la primera oleada del desembarco en Normandía, sí están en la vanguardia del ejército aliado que se dirige a liberar París.Y, en efecto, la tarde del 24 de agosto del 44 las calles de la capital francesa se llenan de júbilo. Compartiendo el entusiasmo popular hay cientos de soldados españoles que saborean una victoria que no pudieron conseguir en su patria. Entre ellos, en primer término, el teniente Granell. A partir de este acontecimiento, que desde el punto de vista narrativo constituye el eslabón inicial, Torres podría haber compuesto una elegía del héroe. En realidad, como confiesa el propio autor, le ha interesado más su "desfallecimiento". Del mismo modo que "no hay guerras santas", la historia se bifurca y los héroes pierden la condición de tales ante una realidad siempre prosaica. Las esperanzas de aquellos republicanos en el derribo del régimen franquista se vienen abajo. Granell juega la baza posibilista de Don Juan, pero también comprueba pronto que es un callejón sin salida. El mito es incompatible con la cotidianeidad: Granell regresa a España con una falsa identidad, no para proseguir la lucha o simplemente encontrarse con su familia, sino para vivir en el anonimato de una existencia inane, con una nueva mujer, y para terminar al frente de una ferretería. Eso es lo que queda del héroe en la oscuridad y silencio de una España gris que no le reconoce nada: cansancio, ocultación y un tremendo vacío.