Ensayo

Arco del paraíso

José Luis garcía Martín

19 abril, 2007 02:00

Imagen de un canal de Venecia

Pre-Textos. Valencia, 2007. 364 páginas, 25 euros.

De ciudades y libros, de vida inteligente e imbricada en muchos escenarios, nos ha hablado varias veces García Martín. Y también de sí mismo al hilo de los recuerdos que evocan esos libros, esas ciudades. Con Arco del paraíso nos entrega un sólido epitafio de la ciudad que más ama, Venecia, tan vivida y exprimida por él como lo ha sido antes por hombres de sensibilidad parecida, como Paul Morand.

Se enfrenta el autor a esta visita pasional a Venecia, "la ciudad más literaturizada y fantaseada del mundo", como a un paseo a la deriva, a la manera de Julien Green. Percibimos un deseo de reconstrucción doble: no sólo de las historias que amigos o escritores compartieron con la ciudad, sino de innumerables escenarios concretos, la pronunciación (o escritura) de cuyos nombres responde a una intención tanto de reproducir como de inmortalizar un recorrido ideal, tal vez irreal, tal vez el último viaje o el viaje exacto en que puede consistir el paraíso. Porque los nombres de las calles ya son un poema "o el comienzo de una historia": aunque el autor comprende que no hay más paraíso que el del estado de ánimo, que ni Venecia ni Avilés están a la altura.

Muchos son los personajes cuyas huellas borrosas es capaz de detectar García Martín. Algunos raros y olvidados, como García Sanchiz, como el escritor Cecil Roberts, o como José María Salinas, aventurero y "canalla encantador". Otros intervienen como personajes de una novela. Es el caso de Giorgio, el recepcionista de su residencia y viejo amigo con el paso de los años. Muchos son personajes conocidos, como D’Annunzio, Lord Byron o Hemingway, sobre quien charla en un pasaje delicioso, con la profesora Silvia Reisz.

Especial juego ofrece la recreación de los recuerdos venecianos de su tío Manolo López de Haro, que protagoniza una trama novelesca en su enamoramiento extravagante de una misteriosa dama capaz de eclipsar el interés del resto de Venecia.

No falta en este libro esa valentía y generosidad que ya le conocemos a García Martín cuando decide desnudar su intimidad. Así nos cuenta la historia de una relación en triangulo con Tiziana y un fantasma, y no nos oculta la visión del pozo que a veces empieza a abrírsele dentro. Quizá unos lectores degusten más los cafés, las calles, las plazas y los puentes, y otros esas huellas de Casanova, Cagliostro, Eugenio Montes, Brodsky o Tintoretto. A otros Arco del paraíso seguro que les despertará la necesidad, como la que le despertó al autor siendo joven alguna lectura, de escaparse de todo y refugiarse en las noches del Florián o del Quadri, donde aprender de una fauna cosmopolita de la estirpe de Mauricio Wiesenthal mil rumores: que Joyce era un fraude, que Gertrude Stein era nula, o que Hemingway jamás pudo hacer el amor en una góndola.