Ensayo

Qué piensan los neocons españoles

Grupo de estudios estratégicos

3 mayo, 2007 02:00

Prólogo de Javier Rupérez. Ciudadela. Madrid, 2007. 271 páginas. 21 euros

Nada menos que ya hace veinte años un grupo de profesores y expertos en relaciones internacionales interesados por los estudios en el ámbito de la defensa y la seguridad fundó un thik-tank, el Grupo de Estudios Estratégicos. El tiempo ha permitido consolidar una doctrina, una visión de conjunto sobre esas cuestiones de interés que permite diferenciar claramente sus análisis, muy influidos por la corriente neocon norteamericana que les sirve de inspiración. Aunque los fundadores del grupo fueron siete, sobresalen, tanto en el libro como en el colectivo, los profesores Rafael Bardají, Florentino Portero y Manuel Coma. Sin desmerecer al resto de quienes colaboran en el volumen, que también tienen aportaciones relevantes (quédense con un nombre, óscar Elía Mañu), son ellos quienes abanderan al grupo y cuentan con el mayor número de contribuciones (las dos terceras partes de las páginas).

La principal virtud del libro y del grupo es la claridad, tanto en la exposición de los temas que abordan como en su caracterización ideológica. No esconden sus posturas, ni acerca de quienes están a favor: Estados Unidos como imperio hegemónico es considerado como fuerza de estabilidad y progreso para el mundo, Israel o la política aznarista; ni de quienes ven profundamente equivocados: su principal bestia negra es la actual izquierda liderada por Zapatero, la Europa débil y abúlica o la escuela realista norteamericana. Abundando más en el tema de las simpatías, desde su independencia financiera y defensa de los valores de la democracia liberal, son fieles a una línea muy definida encarnada en política exterior por Aznar. De forma coherente con sus principios y percepciones de la realidad estratégica, perseveran en su respaldo a la intervención en Iraq. Lo mejor del libro es la caracterización de los peligros que amenazan la estabilidad y la seguridad internacional, desde la Guerra Fría hasta la actualidad del terrorismo de masas derivado de la ideología radical islamista, junto con el examen de los mecanismos para combatirla. La conclusión, bien razonada, es la misma que rige la política exterior de Bush: que se ha declarado una guerra global de nuevo tipo y hay que ganarla. Lo menos afortunado del libro, en mi opinión, es que, haciendo una crítica rigurosa de los fundamentos errados de la cosmovisión de la izquierda tras la caída del Muro, los artículos pierden lustre cuando se extrema la caricatura del rival ideo-lógico. El afán polemista no debería impedir la contención en los epítetos dirigidos contra la izquierda ("cobarde y cínica", "virus que nos infectan"), prescindibles aunque explicables por el calentamiento del debate público en los últimos tiempos.