Image: Diario de un estudiante

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Ensayo

Diario de un estudiante

Manuel Fernández álvarez

31 mayo, 2007 02:00

Manuel Fernández álvarez. Foto: Bernabé Cordón

Espasa Calpe. Madrid, 2007 232 páginas. 21’90 euros

Tras las biografías de Carlos V, Felipe II, Juana la Loca, Cervantes y Jovellanos -todas ellas grandes éxitos de venta- Manuel Fernández álvarez bucea en un fragmento de su propia vida, la que va desde sus primeros recuerdos infantiles hasta el fin de la adolescencia. Una etapa marcada, como para todos los españoles de la época, por el impacto de la guerra. De ahí el título, aunque conviene advertir que en sentido estricto el conflicto civil no pasa de ser en este caso más que un luctuoso telón de fondo, y que además ocupa tan sólo la mitad del relato, pues toda la primera parte, la titulada "El despertar a la vida", llega hasta la primavera de 1936.

Toma Fernández álvarez como puntos de partida su delicada intervención quirúrgica tras un infarto y el avanzado Alzheimer de su mujer, Marichún, para imponerse explícitamente una actitud positiva ante la vida, tanto en esta etapa desde la que escribe como con respecto a aquella otra que evoca a continuación, sus primeros años en diversas localidades del norte de España y, muy especialmente, en Asturias. Aunque en teoría la base de esa rememoración son dos diarios íntimos escritos entre 1936 y 1937, la perspectiva de madurez le lleva a relativizar tales fuentes, "llenas de naderías", o sea, de las preocupaciones típicas de un chaval de 14 ó 15 años.

Trata de reconstruir el autor con fidelidad lo que era entonces la existencia cotidiana de un chico de clase media, desde los pequeños incidentes familiares a las inevitables travesuras, pasando por la temprana vocación hacia los libros. Todo dentro de lo que podríamos denominar las pautas habituales del momento, hasta que el estallido de la guerra introduce un factor dramático que a esa edad se contempla en principio como una excitante aventura, pero que pronto se transforma en motor de calamidades: mueren la madre de un cáncer de estómago y su hermano mayor en el exilio francés. Ambos sucesos, además de su importancia objetiva, se ven rodeados de trágicas circunstancias, en gran medida derivadas de las penurias de todo tipo que comporta la situación bélica que atraviesa el país.

Con respecto a esto último habría que aclarar no obstante que, aunque se alude al marco general (el Oviedo asediado del coronel Aranda, la ofensiva republicana, la definitiva llegada de las fuerzas franquistas, etc.) no es un cuadro de época lo que interesa al autor. Tampoco se detiene Fernández álvarez en una reflexión política propiamente dicha, aunque no omite su precoz y efímera militancia falangista. En definitiva, el protagonismo no corresponde en estas páginas a la dimensión colectiva, sino más bien a todo lo contrario. En consonancia con lo dicho anteriormente, estas memorias no pretenden ser más que eso, la recuperación en el ocaso de la vida de la mirada ingenua y asombrada de un adolescente en un momento crucial de su existencia. De ahí que sea congruente con ese propósito el mismo tono llano y hasta naïf con el que están escritas.