Image: Una nueva historia de la Tierra

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Ensayo

Una nueva historia de la Tierra

Alan Cutler

7 junio, 2007 02:00

Alan Cutler. Foto: Amy Cutler

Trad. E. Hojman. RBA 255 páginas. 16’50 euros

Otro título para este libro podía haber sido Conchas marinas en lo alto de la montaña, que no es sino la traducción del título original. Al menos parece más incitante para tentar a un presunto lector. Pero además recuerda al de otro libro, Las montañas de almejas de Leonardo (Crítica, 1999), de Stephen Jay Gould, con el que comparte el tema. Y una curiosa particularidad: Cutler hace a Nicolaus Steno protagonista de su obra y en cambio Gould no lo cita ni una sola vez. El título elegido para la versión española, que es el de uno de sus capítulos, responde al contenido general pero se me antoja más gris. Si dice que es "una nueva historia de la Tierra" es porque se sitúa en pleno siglo XVII, y la novedad es el nacimiento de la ciencia moderna, la que abandona el principio de autoridad que desde Aristóteles a Descartes había venido dictando sus teorías elaboradas como especulaciones para fundamentar sus propuestas en el resultado de la observación directa, la experimentación y el cálculo.

Y es lo que hace este estudioso danés, Steno, que empieza siendo anatomista y saca conclusiones de la disección de cadáveres. Así compara los dientes de un tiburón con unas piedras encontradas en el monte, donde también abundan formas semejantes a las conchas marinas, y ahí entramos en el meollo de la cuestión. Los que para Steno eran fósiles de esos animales sus contemporáneos los tomaban como figuras que crecían en el interior de la Tierra. Steno demostró que la Tierra tenía una historia revelada en sus propias rocas, con lo que el mundo que tanto los científicos como los teólogos de la época creían estático dio paso al mundo evolutivo. De aquellas ideas surgió el concepto moderno de tiempo geológico, "por no mencionar las placas tectónicas, la evolución, el cambio climático global y los dinosaurios". No es raro que se le considere el padre de la geología.

En todo el Occidente se tenía a la Biblia como el más fiable documento histórico y él tuvo la satisfacción de descubrir que sus teorías encajaban espléndidamente en aquel relato. Se convirtió al catolicismo, fue ordenado sacerdote y más tarde obispo con la misión de atender a la pequeña comunidad de católicos que quedaban en Alemania. Allí empeoró su salud, tal vez por el riguroso ascetismo que él mismo se impuso. Murió a los 48 años el 25 de noviembre de 1686.

Es obligado señalar el tono sugestivo y ameno, abierto a todo tipo de lectores, con que la biografía de Steno, vinculada a los problemas de su época, es recogida en este libro. De él emerge la figura de un sabio que conjugó su aportación a la renovación científica con un ardiente fervor religioso. Ni aún en el punto más alto de su devoción renegó de su ciencia ni pareció preocuparse por la posibilidad de que pudiera oponerse a su fe. Lo que quedó confirmado cuando fue beatificado por Juan Pablo II el 23 de octubre de 1988 .