Image: Tomás Moro. Un hombre para todas las horas

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Ensayo

Tomás Moro. Un hombre para todas las horas

Álvaro Silva

4 octubre, 2007 02:00

El Tomas Moro de Holbein El Joven

Marcial Pons. Madrid, 2007. 264 páginas, 22 euros. La correspondencia de Tomás Moro. Ed. Anna Sardaro. EUNSA, 2007. 304 páginas, 17 euros

Tomás Moro (1478-1535) es una figura de esas que llamamos -cacofónicamente y, además, como si fueran angulosas- poliédrica. Es uno de los primeros humanistas de nota en el siglo XVI, fue jurisconsulto de relieve, tuvo un poder político notabilísimo en la Inglaterra de su tiempo, le cortaron la cabeza por negarse a reconocer la nulidad del matrimonio entre Enrique VIII y Catalina de Aragón y está en la base de la enemistad de cinco siglos entre la Church of England y la Iglesia de Roma. No es extraño, por eso, que cuente con estudiosos en la mayoría de los países y que no falten los españoles. Entre ellos, pocos han dedicado tanto tiempo y esfuerzo de comprensión de Moro como álvaro Silva.

Por tanto, lo primero que hay que decir del libro que encabeza esta crítica es que la elección del autor no ha podido hacerse mejor. El segundo libro que se menciona es de la hispanista italiana Anna Sardaro, conocida como estudiosa, sobre todo, del Siglo de Oro. El libro de Silva es una biografía y el de Sardaro es un estudio de la rica correspondencia que intercambió el futuro mártir con personalidades de la talla de Erasmo de Rotterdam y con quien fue quizá su mejor confidente, su hija Margaret. Los dos libros se complementan bien y coinciden en apuntar hacia uno de los aspectos más interesantes, que es la psicología moreana ante lo que le cupo vivir. En un hombre que acabó jugándose la cabeza, es un aspecto particularmente interesante si se le quiere comprender a fondo. Ninguno de los libros es una mera descripción o un relato histórico simple, por más que hayan de hilvanar, lógicamente, el devenir de la vida de Moro (desde todos los puntos de vista en el libro de Silva y al hilo de la correspondencia en el caso de Sardaro).

En Tomás Moro, lo psíquico tuvo varios hitos fundamentales, alguno de los cuales suelen obviarse con frecuencia. Uno es el del cambio que experimentó ante la penetración del protestantismo en Inglaterra, cuando era aún un hombre de gobierno. Moro había destacado hasta entonces por su afición al estudio y en el ejercicio de la judicatura. No deja de ser interesante que fuera él quien dejó el primer documento conocido en el que la palabra "culture" ("cultura" en latín y en castellano) dejó de significar "agricultura" -que es lo que quería decir en latín- y pasó a tener el sentido actual. Se lo había dado ya Cicerón en un par de lugares y no se sabe de nadie que lo recuperase antes que Moro. Le siguieron, a mediados del siglo XVI, Bartolomé de las Casas y Bernardo Davanzati. En eso, los antropólogos culturales tienen que modificar lo que repiten por sistema, que es que se trata de una acepción originada en la Alemania de finales del XVIII. Pues bien, ese creador de neologismos que fue Moro -ese humanista, en suma- se crispó verdaderamente ante la amenaza que se cernía sobre el cristianismo británico y peleó contra ello con todos los medios que las leyes ponían en sus manos. Y, sin embargo -éste es el segundo hito-, no quiso ser mártir. Empleó toda su notable habilidad dialéctica para dar la razón al rey siempre que lo juzgó posible; y, sólo al final, cuando no tuvo más remedio, se pronunció en sentido negativo, a sabiendas de lo que le aguardaba.

Lo que le aguardaba no es lo que le hicieron -cortarle la cabeza de un tajo-, sino el descuartizamiento en vida, que es lo que hizo el monarca con otros opositores. Al final, se apiadó de Moro, si es que puede denominarse así lo del tajo. Fue suficiente, con todo, para que la etapa final de su encarcelamiento, una vez decidida la sentencia, sea otro hito extremadamente humano, y eso por la sencilla razón de que se sintió abrumado y tuvo seguramente lo que se llama miedo. Nada, pues, de una especie de superhombre: sencillamente una persona muy valiosa que no cedió cuando todo -su familia y su propio miedo- le inducía a ceder.

De esto y muchas cosas más se habla en estos libros, de lectura recomendable. Se disfrutará en ambos.