Image: Melville

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Ensayo

Melville

Andrew Delbanco

22 noviembre, 2007 01:00

Andrew Delbanco. Foto: Archivo

Trad. Juan Bonilla. Seix Barral, 2007. 507 páginas, 14 euros

¿Quién no ha oído hablar de Moby Dick? Incluso los que no sienten el menor interés por la literatura conocen la historia de la ballena asesina. Y aunque uno pensaría que el autor de esta historia universal murió como uno de los grandes autores decimonónicos, los aspectos indirectamente relacionados con su muerte se parecieron mucho más a los de Poe -quien murió en Baltimore sin que nadie lo reconociera- que a los de los laureados Twain o Whitman. En la necrológica periodística se mencionaba que había fallecido "Henry" Melville. Similar fortuna corrieron sus obras: Moby Dick figuró hasta bien entrado el siglo XX en un buen número de bibliotecas, algunas de ellas tan reputadas como Yale, en la sección de cetáceos y no en la de ficción.

Información de este tipo podemos encontrar en esta biografía de Meville a cargo del profesor Andrew Delbanco. El autor es en sí mismo garantía de rigor y calidad; es el director del Departamento de American Studies en Columbia y editor, junto a Alan Heimert, de la fundamental antología Puritans in American que no se ha incluido en la bibliografía de Delbanco incluida en la contraportada.

La estructura de la obra es la tradicional, comenzando con "Infancia y Juventud" y finalizando con "La estación de la muerte" y "El silencioso final". Pero aquí terminan las convenciones, porque a Delbanco no le interesa sólo efectuar un recorrido biográfico, sino que intenta encontrar la conexión entre las vivencias de Melville y su obra. Tal es así que en ciertos casos creemos encontrarnos ante un erudito estudio de la obra melvilliana más que ante una biografía. No resulta por tanto extraña la confesión de Muñoz Molina en el Prólogo: "Melville está por descubrir. Yo no lo habría descubierto de verdad, venciendo asperezas y malentendidos, si esta biografía de Andrew Delbanco no hubiera caído en mis manos hace unos años" (xv). Personalmente, he encontrado un buen número de reflexiones impactantes, como cuando bucea Delbanco en la repercusión o visión que tuvo Melville en autores más o menos contemporáneos. Es de sobra conocida su particular y singular "amistad" con Hawthorne, pero también en este apartado volvemos a toparnos con sorpresas: Henry James lo cita una sola vez en su obra crítica y junto a autores menores a quienes consideraba "de prosa blanda y fácil" (p. 390).

Otro aspecto digno de destacar es el equilibrio a la hora de abordar el corpus literario del novelista. Desde luego que Moby Dick se sitúa en el epicentro de su producción literaria, pero títulos como Bartleby el escribiente, Benito Cereno o Billy Budd son verdaderas obras maestras que por sí solas hubieran encumbrado a cualquier otro autor.