Ensayo

Beatriz Galindo, la Latina

Almudena de Arteaga

6 diciembre, 2007 01:00

Premio Algaba de Biografía. Edaf, 2007. 238 pp., 20 euros

En una época como la nuestra, caracterizada por la eclosión de la mujer y su igualación con el hombre en el mundo Occidental, que rompe con su permanente discriminación en las sociedades del pasado, no es de extrañar que las mujeres sean un campo privilegiado de los estudios históricos, que cuenta con numerosos y brillantes especialistas. Al igual que en el caso de los hombres, el acercamiento a ellas plantea dos objetivos distintos: la persona común, que no se diferencia del resto, la masa inmensa de las en un tiempo llamadas "gentes sin historia", pero que la historiografía reciente ha sabido convertir en sujeto destacado de sus investigaciones, y las mujeres notables o egregias, término este de evidente raíz latina, que significa literalmente las que se salen de la "grex", es decir, el rebaño o multitud.

Una de éstas últimas fue indudablemente Beatriz Galindo, conocida como "la Latina", por su dominio de la que durante muchos siglos fue la lengua de la cultura, en la que se escribía la mayoría de los libros y estudios, se usaba en las universidades y ámbitos intelectuales y servía como medio de comunicación entre los sabios de diversos países europeos. Uno de los momentos de máximo esplendor del latín fue precisamente el Renacimiento, la época en que vivió Beatriz Galindo, quien fue además la encargada de enseñárselo a la reina Isabel la Católica y a sus hijas.

No cabe duda, por tanto, de su protagonismo histórico, mucho más si tenemos en cuenta que, aparte de algunas reinas y princesas, no eran muchas las mujeres capaces de sobresalir en un mundo dominado absolutamente por los hombres.

Todo esto nos explica la atracción del personaje, y no sólo entre los historiadores, sino también en ese otro mundo, claramente distinto, de la novela histórica, cuyo propio nombre nos habla de dos realidades diferentes y hasta cierto punto contrapuestas, en la medida en que la literatura es esencialmente creación e invención, mientras que la historia exige el rigor de los hechos documentados. La novela histórica no es historia, aunque ambas compartan argumentos. La autora de esta biografía, Almudena de Arteaga, es una destacada escritora de novela histórica, caracterizada además por su interés por determinadas mujeres egregias (la princesa de éboli, la Beltraneja, Isabel la Católica, María de Molina...), a las que ahora se suma Beatriz Galindo, con la particularidad, en este caso, de que abandona la literatura y trata de acercarse a ella como historiadora.

El esfuerzo que hace no deja de ser meritorio y se aportan datos de interés para el conocimiento de la biografiada y la notable huella, en Madrid, de sus fundaciones. No obstante, queda un tanto lastrado, no solo por la dificultad de estudiar al personaje, del que no parece existir una gran huella documental, sino también por la inexperiencia de la autora en el oficio de historiar, que le lleva a algunas interpretaciones simplistas sobre los acontecimientos de la época, así como a una visión excesivamente edulcorada y un tanto hagiográfica de los protagonistas: Beatriz Galindo, su marido Francisco Ramírez de Madrid, la reina Católica o las hijas de ésta.