Image: Y si habla mal de España... es español

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Ensayo

Y si habla mal de España... es español

Fernando Sánchez Dragó

14 febrero, 2008 01:00

Fernando Sánchez Dragó. Foto: Bernardo Díaz

Planeta. Barcelona, 2008. 370 páginas, 18 euros.

En el firmamento de la cultura española Fernando Sánchez Dragó brilla con luz propia. Maestro de la puesta en escena, es tan amado como odiado. Nacido en 1936, su biografía está jalonada por una extensa y variada producción intelectual. Conferenciante, escritor de libros de índole muy diversa y presentador de progrmas radiofónicos o televisivos, sus espacios vitales están esparcidos por todo el globo terráqueo. En esta entrega, recién puesta a la venta, Sánchez Dragó ha subido el tono melodramático hasta límites de máxima tensión y, en parte debido a esa tensión y en parte a su capacidad narrativa, el resultado es un libro cuya lectura se ciñe al lector con una pasión que requiere una incondicionalidad que no todo el mundo está dispuesto a aceptar.

Como se lee en la introducción a este volumen, Sánchez Dragó ha construido un libro que se articula en tres partes. La primera de ellas, "De la España Mágica a la España Hortera", comienza con la confesión de Sánchez Dragó según la cual a lo largo de su existencia ha sido "catequista de la congregación María Inmaculada, comunista, trotskista, anarquista, socialdemócrata, creyente, ateo, agnóstico, gnóstico…". Tras circular por creencias tan diversas, Sánchez Dragó se define como un ser incapaz de aguantar una segunda victoria de Zapatero en las próximas elecciones del 9 de marzo. Páginas las de este primer tercio que reflejan el desasosiego de un autor que tras escrituras como las de Gárgoris y Habidis y la de Muertes paralelas contempla con desesperación la destrucción de España a manos del nacionalismo y de la propia miseria moral de los españoles.

"A contraespaña" constituye una reflexión en torno a una España que ha crecido en las dos últimas décadas ajena a la ética y la estética. Invadida España, en opinión de Sánchez Dragó, por "la chusma", "el populacho", la mala educación y la incultura, y oxidada hasta la Administración de justicia, poco puede hacerse. La envidia, los pésimos modales y una "atávica sinvergonzonería" hacen difícil reformar un país que, al compararlo Sánchez Dragó con Japón e India, países más libres, más educados y que funcionan mejor, sale mal parado.

"¿Arriba España?", tercera parte de este volumen, ahonda todavía más la crítica. El que fue patriota de niño se declara apátrida y expañol. Los folios salidos de su vieja máquina de escribir Olympia retoman el sentir de Unamuno, Ortega y José Antonio para tratar de salvar los restos de la vieja Hispania. Es difícil, las cosas van a peor. Ahí está una inmigración que Sánchez Dragó contempla desde una perspectiva no lejana a la de Oriana Fallaci y que podría ser "el caballo de Troya del fascismo". A título de ejemplo recuerda que a Japón, en el año anterior al momento en que escribe, arribaron tan sólo quince inmigrantes.

Ya en el ocaso de un texto que contempla a los españoles como cobardes, cainitas y sanguinarios ("los cojones se acabaron en la batalla del Ebro"), comparables en su desgracia únicamente al pueblo ruso, nuestro autor se pregunta qué le une a España. Su respuesta es que dos sacramentos le hacen ser español. El primero de ellos es la lengua. El segundo sacramento no es otro que la tauromaquia. De fondo religioso aunque crítico con las religiones monoteístas, sólo tiene por verdadera creencia el toreo, con José Tomás como sumo pontífice. Pero ni aún así es fácil encontrar en las páginas de este libro algo que justifique la existencia de Sánchez Dragó en la vieja piel de toro.