Miró. Pintura, collage, cultura de masas (1919-1934)
Félix Fanés
13 marzo, 2008 01:00Joan Miró. Foto: Archivo
La obra del pintor Joan Miró es opaca y hermética, resiste el análisis. A pesar de la dilatada bibliografía existente y de las múltiples exposiciones que se le han dedicado, tenemos la convicción de que, en él, hay algo que se nos escapa, que sigue siendo irreducible. Ahora, sin embargo, han aparecido dos monografías que introducen nuevas lecturas en cierto modo sorprendentes e inesperadas que han de cambiar las ideas preconcebidas que teníamos sobre el artista: una es Pintura, collage, cultura de masas. Joan Miró, 1919-1934 del catedrático Fèlix Fanés; y la otra: Joan Miró: Cosmogonías de un mundo imaginario (1918-1939) de la profesora M. J. Balsach. Ambas se plantean la formación del lenguaje mironiano, desde los orígenes hasta los años treinta, cuando éste ya está articulado.
Los planteamientos, aunque muy diferentes conceptual y metodológicamente, tienen un aspecto en común muy atractivo: la idea de que Miró posee mensajes secretos inadvertidos y que ello es precisamente lo que da sentido a su pintura. Para Balsach, la obra del artista está "llena de imágenes y poemas ocultos" que hasta ahora no se habían percibido. Rastreando en la correspondencia y en las entrevistas, la profesora ha encontrado los indicios o las claves para revelar ese lado silenciado y proponer otra interpretación.
El mensaje oculto, ésta es también la idea que sobrevuela en el ensayo de Fanés. En su epílogo alude a una imagen muy elocuente: el valor mágico que las sociedades primitivas asignan a determinados objetos y a los rituales de enterramiento de algunos de ellos. Al igual que las tribus, Miró oculta bajo su pintura los "objetos de poder", aquello que tiene la llave de su obra. Es precisamente lo que no se percibe, pero que subyace "enterrado", lo que ilumina su obra.
M. J. Balsach nos propone un itinerario por una selección de obras del artista para ir tejiendo a través de ellas una red de referencias plásticas, literarias y filosóficas. Miró es interpretado y asociado a la luz de Llull, Kant, Novalis, Hülderlin, Hofmannsthal, Rilke, Kafka, Proust, Beckett, Benjamin, Adorno… Igualmente se le relaciona con el arte egipcio, el gótico, el bizantino, Tintoretto, Velázquez, Vermeer o la tradición alquímica, entre muchos otros referentes. Relaciones audaces -acaso se pueda leer el texto como un libro de poesía- pero que se dirigen a definir la estética y la ética del artista. Porque ante todo se piensa Miró como una trayectoria de búsqueda espiritual, un ser uno mismo.
El ensayo de Fanés posee una orientación muy diferente. El suyo es, más allá de Miró, una reflexión sobre la relación entre la alta y la baja cultura. Esto es, de cómo, a principios del siglo XX, la pintura no puede eludir ya las formas culturales de uso masivo. Sin embargo, es en este enfrentamiento o fricción entre ambas esferas donde se producen las síntesis más fecundas. Miró, a pesar de las apariencias, se sitúa en este espacio ambiguo y conflictivo, aunque tremendamente rico. El texto de Fánes es una especie de radiografía de este territorio, de cómo se integran determinados elementos ajenos a la pintura, cómo la transforman, cómo conviven con ella, tomando el ejemplo de Miró. Pero no sólo de la pintura, sino también de su entorno, como puede ser el surrealismo, sus críticos, la idea del cuerpo, la caricatura, entre otros muchos aspectos. Pero hay algo más: observar a Miró desde este otro punto de vista -la cultura de masas-, hasta ahora inédito, significa redescubrir al artista y ampliar -o modificar- la opinión sobre él. La importancia de este libro reside en aproximarse a Miró desde una perspectiva, en general descuidada y sobre la que existen todavía muchos perjuicios intelectuales, y descubrir un manantial. Acaso, como apunta Fèlix Fanés, lo que intentaba hacer Miró con la incorporación -oculta- de aquellos elementos extraídos de la cultura de masas era una especie de exorcismo, similar al de aquellas ceremonias rituales: salvarla… Aunque en este punto puede empezar una gran debate.