Ensayo

La sentencia de las armas

Eduardo Gil Bera

17 abril, 2008 02:00

Antonio Machado, 2008. 175 páginas, 14 euros

La sentencia de las armas, último libro de Eduardo Gil Bera es un magnífico ensayo; y es, a la vez, un gran libro de investigación. El tema es Homero, inauguración magna del continente de las letras (occidentales). Y las preguntas conductoras del texto son las que desde hace siglos acosan al lector y al crítico: ¿Existió Homero? ¿Quién fue -o quiénes? ¿Qué escribió? Si las preguntas se reiteran, Gil Bera muestra que las respuestas no tienen que ser necesariamente dóciles o rutinarias. Muestra que tanto la investigación arqueológica como la filológica, la histórica como la literaria surten de materiales para argumentos novedosos, para respuestas sorprendentes.

Quizá no sea de todo sorprendente la apuesta por la existencia de Homero. Quizá lo sea más la indicación de que Homero escribió; es decir, que no se trata de un recitador, sino que su época es, ya, la época alfabética. Y sin duda ha de alterar algunas asentadas convicciones la tesis, sostenida por el autor con tenacidad, ironía y rigor, de que Homero escribió la Ilíada. Pero que tanto la historia como la literatura posteriores han de considerarle inocente de haber escrito (cometido o perpetrado) la Odisea. Desde hace siglos habían sorprendido, o inquietado, ciertas incoherencias entre las dos epopeyas.

Se ha dicho que La sentencia de las armas es un magnífico ensayo. Y así es. El autor opta por introducir su evidente caudal de información y conocimiento en un cauce extremadamente cuidado. La prosa fluye, y se dispone en breves capítulos que van aportando un dato a la trama, como si de una novela de intriga se tratara. Y hay intriga. Tras la muerte de Aquiles, y a las puertas de Troya, hubo una disputa para decidir quién iba a ser el heredero de las preciosas armas del ilustre difunto. Armas de origen divino y de heroico destino. La disputa enfrentó a Ulises y a Ayax. El primero salió victorioso en la contienda; el segundo se precipitó a los abismos de la muerte. El tema es conocido.

Conocido sí; pero no reconocido en lo que significa, sugiere Gil Bera: la sentencia de las armas es el umbral entre dos épocas de la historia y de la sociedad, es el combate y el juicio entre dos modelos de conducta, entre dos tipos -que Ayax y Ulises encarnan perfectamente-. La sentencia de las armas también es el quicio, o el muro, entre dos obras, la Ilíada y la Odisea. Una es de Homero.