Ensayo

El filósofo en zapatillas

Nicholas Fearn

15 mayo, 2008 02:00

Traducción de Enric Ibarz. Destino. Barcelona, 2008. 288 páginas, 19’50 euros

Graduado en filosofía en el King’s College de Londres, Nicholas Fearn saltó a la fama al publicarse en 2002 Zenón y la tortuga, una exposición con carácter divulgativo del pensamiento de los filósofos universales desde Tales de Mileto hasta Derrida. Traducido a veinte idiomas y editado en libro de bolsillo, este volumen vino a confirmar una vez más que el interés por la filosofía se ha instalado en el gran público.

Si en Zenón y la tortuga el reclamo de Nicholas Fearn era "aprenda a pensar como los filósofos", en su segundo libro su promesa a los lectores es mostrar cómo los más grandes de la filosofía han respondido a las preguntas que les han intrigado y hecho pensar a lo largo de su vida y de su obra. Columnista en distintos medios de comunicación británicos, Nicholas Fearn tiene una excepcional capacidad comunicativa que, sin duda, tiene mucho que ver con el éxito de ventas que desde 2005, año de salida de El filósofo en zapatillas, está teniendo este libro.

Se estructura este volumen en tres partes. La primera dedicada a responder a la pregunta ¿quién soy?, la segunda a indagar ¿qué es lo que sé? y la tercera dirigida a la vieja cuestión moral, ¿qué debo hacer? Con este planteamiento en la cabeza, Nicholas Fearn se dedicó a viajar por el mundo para preguntar a más de treinta excepcionales filósofos qué pensaban en torno a estas tres grandes cuestiones. Entre los intelectuales consultados el lector encuentra a David Chalmers, Noam Chomsky, Jerry Fodor, Colin McGinn, Hillary Putnam, Richard Rorty, John Searle, Bernard Williams, Daniel Dennett, Martha Nussbaum, Peter Singer o Jacques Derrida. Bien es verdad que este último le mandó a hacer puñetas.

En realidad, lo que está haciendo Nicholas Fearn es una revisión de la filosofía occidental y, más en concreto, de la filosofía anglosajona. No deja de ser curioso que no revise el pensamiento de Heidegger. De la filosofía alemana pasa, tan sólo se detiene en los absolutamente imprescindibles como Kant, Hegel o Nietzsche. Ahora bien, si pasamos por alto esta curiosa ceguera del autor, encontramos que la compleja cuestión que rodea a la pregunta por la propia identidad, quién soy yo realmente, está bien dirigida y relacionada con un mundo en el que la metáfora computacional está tan presente.

Saber lo que uno sabe es uno de los problemas clásicos de filosofía. Aquí Nicholas Fearn trata la espinosa cuestión del conocimiento y de las ideas innatas cargando contra la reflexión postmoderna. Su reivindicación del realismo, apoyada excesivamente en Richard Rorty, es algo tosca. Por último, el recordatorio moral del autor viene a cuento porque la opulencia de Occidente debe permitir a sus ciudadanos un comportamiento ético que con demasiada frecuencia se descuelga a abismos intolerables. Se cierra con notas éticas un volumen fresco pero con muchos puntos ciegos.