Image: Los científicos y Dios

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Ensayo

Los científicos y Dios

A. Fernández-Rañada

26 junio, 2008 02:00

Newton, uno de los científicos que jamás renegó de su fe

Trotta. Madrid, 2008. 282 páginas, 17 euros

Zona de convivencias y desencuentros, carente muchas veces de una línea divisoria entra las dos vías del conocimiento: es ese terreno disputado por las concepciones que dimanan de las observaciones y descubrimientos científicos contra las establecidas por creencias religiosas y postulados trascendentes. En un principio, y durante mucho tiempo, estas últimas dominaron el proceso y pretendieron explicar con argumentos de autoridad todo lo concerniente al universo, a la vida y al hombre. Después, con el nacimiento de la ciencia moderna, asistimos al desbancamiento progresivo de aquellas doctrinas y a la erección de las nuevas como único intérprete de todo saber. A la vista de no pocas declaraciones parece que todavía hoy persisten posturas radicales de uno y otro signo, pero se va abriendo paso un entendimiento de no incompatibilidad entre ambas, de que que la ciencia y la razón operan sobre el mundo natural pero que hay quienes reclaman la creencia en un mundo sobrenatural del que solamente puede informarnos la fe.

El profesor Fernández-Rañada lleva tiempo buceando en estos problemas centrales del hombre. ésta es la cuarta edición, revisada, desde la primera aparecida en 1994, cuando se propuso estudiar las actitudes de los científicos ante la idea de Dios y a analizar bajo este prisma los grandes temas que parecen más conflictivo: el determinismo y el azar, la evolución, el origen del universo... Trata de otear si las cosmovisiones de los científicos dejan lugar a la existencia de un Dios creador o de alguna realidad no material. Porque de un modo simplista se suele pensar que todos los científicos se oponen radicalmente al trascendentalismo religioso, defendiendo un cientifismo basado en que la ciencia es el único conocimiento verdadero; sin embargo, entre los científicos se reproduce la misma diversidad que se observa entre las demás gentes. La capacidad del razonamiento estrictamente científico para elevarse por sí mismo a cuestiones trascendentales es nula: la existencia de Dios no es problema sobre el que la ciencia tenga una competencia especial. Ya Bacos se oponía a conformar el libro de la naturaleza con el de la Escritura para que no se confundieran ambas enseñanzas, lo mismo que Kepler pidió que ambos textos se interpretaran correctamente.

Y es que aquellos pensadores que fundaron la ciencia moderna en los siglos XVI y XVII, Copérnico, Galileo, Kepler, Newton, Boyle, Descartes o Pascal, fueron creyentes y, aunque con visiones muy personales, sincera y profundamente religiosos. El cientifismo del XIX fundado por Comte a partir del proceso iniciado por la Ilustración, fue impulsado más por sociólogos y filósofos que por científicos y produjo un enfrentamiento entre ciencia y religión que abocaba al ateismo. Pero cada científico siguió vinculado a su creencia o increencia, y así da cuenta el autor, en su más largo capítulo, de la posición de los hombres de ciencia más destacados. Por allí desfilan entre otros Euler, Oersted, Ampère, Faraday, Maxwell, Darwin, Lyell, Einstein, Planck, Heisenberg, Schüridenger, Pauli, Monod, Feyman, Gould..., toda una constelación cuya variedad de posturas acredita esa indefinición del científico ante el hecho religioso cuya naturaleza pertenece a otro ámbito.

Fernández-Rañada es físico teórico y aquí da muestras de esa cualidad. Como científico aporta todos los datos que ha recogido sobre el pensamiento de los representantes más importantes de la ciencia y, con neutralidad admirable, los estudia sin que ninguna afirmación extraña al método científico se interfiera en su argumentación. Trabajo el suyo luminoso, grandemente ilustrativo y digno de respeto y aceptación. No sé si deja traslucir también, inevitablemente, su posición personal ante el hecho religioso pero sin que ello llegue a hipotecar la corrección de su razonamiento.