Ensayo

La primera palabra. La búsqueda de los orígenes del lenguaje

Christine kenneally

15 mayo, 2009 02:00

Traducción de E. Bernárdez. Alianza, 2009. 445 pp., 26 e.

La autora se presenta como una periodista y escritora que ha colaboradocon The New Yorker, The New York Times, y Slate and New Scientist. Su libro, La primera palabra, lo editó Viking en 2007; Penguin al año siguiente y ahora aparece en español. Como periodista, Christine Kenneally (Melbourne, 1963) resulta especial, porque es doctora en Lingöística por la Universidad de Cambridge. Esta circunstancia hace de ella una persona especialmente preparada para la divulgación científica, como demuestra a lo largo de esta obra dedicada a trazar la historia reciente del estudio de los orígenes del lenguaje, enmarcándola en las corrientes lingöísticas más influyentes en Estados Unidos.

En ellos, por su falta de interés hacia la evolución del lenguaje, el prestigio de Chomsky aparece como principal responsable de que hasta hace fines del s. XX existiera casi un veto a investigar sobre un tema que se consideraba poco científico y que venía a chocar con sus ideas sobre el funcionamiento del lenguaje y el cerebro humano. Pero la postura general cambió con el impacto de la publicación, en 1990, del artículo de Steven Pinker y Paul Bloom "Natural language and natural selection", en la revista "Behavioral and Brain Sciences", donde denunciaban el hecho de que entre algunos científicos cognitivos adaptación y selección natural se considerasen palabras malsonantes y defendían la evolución como argumento. A partir de entonces -señala Kenneally- estudiar el origen y la evolución del lenguaje se convirtió en una investigación académica legítima. Antes que a Pinker y Bloom la autora dedica un espacio a Sue Savage-Rumbaugh y sus investigaciones con simios, para cerrar la primera parte del libro con las ideas de Lieberman, para quien los humanos hacen el lenguaje con unas capacidades entre las que debe haber algunas primitivas y otras desarrolladas recientemente. La parte segunda del libro "-Si tienes lenguaje humano… Tienes algo de lo que hablar; Tienes palabras; Tienes gestos; Tienes habla; Tienes estructura; Tienes un cerebro humano; Tus genes tienen mutaciones humanas"- se plantea, a través de las distintas teorías, cómo evolucionó el lenguaje; y la parte tercera se organiza en torno a "¿Qué evoluciona? -Evolucionan las especies; Evoluciona la cultura; Por qué evolucionan las cosas-", donde la autora recorre los estudios parciales más significativos hechos a partir de pruebas con animales no humanos para indagar cómo y por qué el género humano ha llegado a poseer las destrezas que le permiten hablar. Kenneally avanza por ese recorrido un tanto árido con una ligereza y una facilidad aparentes que aprovecha para ir haciéndose las preguntas fundamentales que dibujan un buen estado de la cuestión acerca de un tema fascinante sobre el que se sabe poco. La última parte, "Y ahora, ¿adónde?", se divide en "El futuro del debate" y "El futuro del lenguaje y la evolución", y el Epílogo hace un poco de "lenguaje ficción" con las respuestas de muchos especialistas entrevistados a la pregunta de qué sucedería si se hiciera naufragar un barco lleno de bebés en las islas Galápagos: ¿producirían algún tipo de lenguaje al crecer?, ¿cuántos individuos deberían intervenir en el proceso?, ¿cómo sería ese lenguaje, y cómo iría cambiando con las distintas generaciones?

Resulta difícil sintetizar tanta información, a veces excesivamente desmenuzada, sobre el tema de los orígenes y la evolución del lenguaje. Es mérito de Christine Kenneally haber elaborado con ella una narración amena, y mérito de Enrique Bernárdez que la versión española mantenga la claridad y la frescura del original.