Image: Una vida secreta. Encuentro con Bram van Velde

Image: Una vida secreta. Encuentro con Bram van Velde

Ensayo

Una vida secreta. Encuentro con Bram van Velde

Charles Juliet.

19 junio, 2009 02:00

Autorretrato de Bram Van Velde.

Traducción de Hugo Gola. Ed. La Rosa Cúbica, 2009. 218 páginas, 15 euros

El holandés Bram van Velde (1895-1981) es un pintor mal conocido en España, aunque su obra, calificada de "abstracción lírica", constituye una de las referencias del arte europeo posterior a la II Guerra Mundial. Fue precisamente Samuel Beckett uno de los primeros en reivindicar su figura, acaso porque el irlandés intuía en el artista una proximidad con su manera de concebir la creación. El poeta Charles Juliet (1934) mantuvo también una larga relación con el pintor, resultado de la cual es este volumen de conversaciones cuidadosamente editado por Ediciones de la Rosa Cúbica. No hay duda de que Juliet, que también se interesó por Beckett, busca una dimensión trascendente del arte y la cultura. Van Velde y Beckett son el símbolo de esta apuesta por la creación y los valores éticos.

Más que entrevistas al uso, éstos son una serie de diálogos que se enfrentan constantemente al silencio. Al arte del silencio que es la pintura y al silencio de un artista, Bram van Velde, que desconfía totalmente de la palabra. El silencio, el misterio de la imagen y la creación, su condición de irreductibilidad sobrevuelan todas las conversaciones. El mérito de Juliet es su espera, su tenacidad, su método para hacer aflorar aquello que escapa a toda explicación y hacer hablar al artista calificado de más secreto y silencioso de su generación. En las primeras páginas, las intervenciones de Van Velde aparecen en la forma de aforismos, frases graves y entrecortadas, que, a medida que la lectura avanza, acaban por tejer un universo y articular un discurso.

En esta edición se han omitido intencionadamente las reproducciones de la obra de Van Velde. Y es que el problema que se plantea aquí es otro o va más allá del comentario o el análisis de su trabajo. De lo que se trata realmente es de una reflexión sobre la idea de artista, del modelo de artista que Van Velde es y representa. Un modelo difícil de definir, porque éste es un artista complejo y no exento de contradicciones y porque la palabra no agota toda la riqueza de su experiencia. Quizás podríamos aproximarnos a él por oposición: su figura se expresa en términos simétricamente contrarios a lo que representa Picasso. Sobre éste declara Van Velde: "Hay que reconocer que su poder creador y su capacidad de invención fueron excepcionales. Pero no conoció la duda, la vacilación, fue insensible al drama. Vivió castigado por la necesidad del siempre más cuadros, más dinero, y hasta se podría decir, más mujeres […] Se dijo que Picasso trabajó la víspera de su muerte. ¿No es algo aberrante? Si eso fue así, ¿qué más puede añadirse? El público admira el éxito, el dinero, la fortuna… Ese éxito fue su constante apoyo. Pero cuando uno busca la vida, no hay ningún sostén".

Frente a Picasso, Bram van Velde representa al artista que persigue una verdad, que entiende la pintura como una necesidad interior. Pero decirlo así no es suficiente: tras Bram van Velde hay un itinerario de dolor, una experiencia vital dramática que da sentido a su arte. La pintura es entonces una suerte de salvavidas, terapia, autodescubrimiento o iluminación. Pero también es el resultado de un desprenderse del mundo, de una situación límite que, como en todo proceso iniciático, hace posible la luz, la vida nueva. La pintura es duda, dificultad, inseguridad, extrema fragilidad, límite…

Acaso la figura de Bram van Velde sea una leyenda, puede también que su arte no esté a la altura de su silencio… Pero el sentido del libro reside en constituir una referencia, un modelo vital y una forma de entender la creación artística.