Image: Corpus Barga. Periodismo y literatura

Image: Corpus Barga. Periodismo y literatura

Ensayo

Corpus Barga. Periodismo y literatura

Corpus Barga

10 julio, 2009 02:00

Corpus Barga. Foto: Fundación Banco Santander

Edición de Arturo Ramoneda. Colección Obra Fundamental. Fundación Banco Santander. 377 páginas, 20 euros


Nadie sabe por qué pervive un escritor en la memoria pública. Suele ser la negligencia editorial la que llena la historia literaria de olvidados. No es el caso de Corpus Barga (Madrid, 1887-Lima, 1975), pues su obra principal, el ciclo Los pasos contados, salió primero en dos sellos de prestigio (en Edhasa, en los años 60, y Alianza, en 1979) y hace poco se ha reeditado (en Visor) con el aval de Fernando R. Lafuente. Lo mismo sucedió con su única novela, Hechizo de la triste marquesa. Sin embargo, apenas ha logrado repercusión. La suerte, además, le ha sido del todo esquiva al otro gran sector de su trabajo, sus tempranas crónicas de viajero cosmopolita y su labor de periodista y ensayista. Semejante olvido ni siquiera tiene la excusa del exilio posterior a la guerra civil, primero provisional en Francia, luego permanente en Perú. El carácter equilibrado y ecuánime de su republicanismo progresista, pasada una belicosa juventud, permitió que fuera un trasterrado asimilable por el franquismo y editado en vida del dictador.

A pesar de la circunstancia editorial favorable, sigue Corpus Barga en un desconocimiento que pide su recuperación. Este propósito inspira la muestra del conjunto de su obra que con el título Periodismo y literatura ha preparado Arturo Ramoneda, ya antes atento editor de otros trabajos del madrileño, quien la presenta con un prólogo satisfactorio por poner una base documental rigurosa al servicio de una buena divulgación.

La antología corrobora que el empeño mayor y la más lograda creación de Barga fue su jugosa crónica española "a caballo de dos siglos", entre 1887 y 1957, original en su momento y pionera y aventajada del gusto actual, con trazas de moda, por la interpretación del mundo desde el yo autobiográfico. El autor explicó con exactitud su propósito: evocar su vida con "completa aplicación" para ver si así sacaba "una vida española, es decir, de un español más o menos articulado en el mundo" porque, según pensaba, "la vida de una persona, como la de un pueblo (la Historia), no está constituida por los grandes acontecimientos o las grandes personalidades que intervienen en ella. No existe en función de fechas y de nombres; es el acontecer cotidiano, anónimo", según escribió en el inicio del primero de los 4 tomos de Los pasos contados. Aunque la representación de la serie memorialística resulte demasiado escueta, esos fragmentos bastan para constatar el acierto del autor en su unamuniano empeño de explicación intrahistórica que elaboró con innovador costumbrismo y estilo moderno muy personal.

Por conocida, la sección de "Páginas autobiográficas" del libro carece de la novedad de las otras, donde se recogen los aludidos viajes y una treintena larga de artículos de periódicos y revistas. Siempre con una inexcusable voluntad de estilo, un tanto conceptista a veces, Barga se revela como intelectual inquieto, comprometido, antidogmático, muy versátil en sus intereses (culturales, artísticos, científicos) y con una veta constante de analista político que trata una y otra vez el gran conflicto de la España contemporánea, las raíces y devenir de la República del 31 y las vicisitudes del propio exilio.

Motivos de extensión eliminan de la Antología la extraña Hechizo... (1968). A cambio, la vertiente novelesca de Barga se compensa con Pasión y muerte, relato de 1926 representativo de la frialdad cerebralista de un sector de las vanguardias. Siendo accesibles Los pasos contados, Periodismo y literatura tiene su preciso sentido como oportuna llamada de atención sobre la personalidad global de un escritor que merece una presencia viva en nuestras letras.

DíA DEL CORPUS

Tío de Ramón Gómez de la Serna, el verdadero nombre de Corpus Barga era Andrés García de la Barga y Gómez de la Serna. Eligió, para el nombre de su seudónimo la fiesta del día en que nació, el Corpus, y el segundo apellido de su primer compuesto. Exiliado desde 1948, meses antes de morir escribía a Manuel Aznar: "La verdad es que llevó mucho tiempo fuera de España y tengo ganas de volver. Todo lo que me lleve a España sin compromiso lo acepto".